En
la última década se está dando un
fenómeno migratorio que cada vez resulta más numeroso, un fenómeno que no se
circunscribe exclusivamente a España, puesto que Europa toda parece haberse
convertido en la nueva tierra prometida para millones de personas que habitan
en condiciones paupérrimas el continente africano. De todas formas existe un
tipo de inmigración, la magrebí en general y marroquí en particular, de la cual
pretendemos ocuparnos en esta entrada.
La inmigración procedente de Marruecos ocupa en España el
tercer puesto en importancia numérica después de la procedente de Hispanoamérica
y de algunos países del este. Ahora bien, las características específicas de
esta población inmigrante la hace digna
de un comentario muy especial pues como veremos existen una serie de características determinadas por su idiosincrasia que hacen especialmente complicada su
estancia entre nosotros.
Lo primero que hay que
señalar es que el hecho de poseer una
lengua, una religión y unas costumbres distintas a las nuestras favorece una
seria dificultad a la hora de establecer un contacto adecuado con los nativos
del país que los recibe. Pero por desgracia esta dificultad no se debe
exclusivamente a unas cuestiones que pueden ser superadas, como vienen
demostrando todas aquellas personas que llegan procedentes de Hispanoamérica o
del este europeo.
Cuando hablamos de
marroquíes , nos estamos refiriendo a inmigrantes que antes de haber llegado a
nuestro país se encuentran ya empapados de cierto resentimiento histórico y
cultural contra España, que es vista como usurpadora de parte de su territorio,
como sociedad que ha caído en el imperdonable pecado de la apostasía y que al
vivir sumida en una cultura cristiana, superficial y hedonista tan solo puede
ser un peligro a la hora de extender
esos males entre los buenos musulmanes.
Pero a todo esto hay que
sumar el secular enfrentamiento entre el Islam y los “infieles” cristianos.
Curiosamente se da la paradoja de que esos mismos que en
tan poca estima tienen a España ponen luego sus ojos en nosotros a la hora de
iniciar la emigración. Por supuesto que existen factores, algunos de los cuales
pueden parecer anecdóticos, como que se vean con mucha facilidad los canales de
la televisión de España, la proximidad geográfica o el hecho de considerar a
España como herencia del Al-Andalus que están atrayendo una cantidad ingente de
marroquíes.
Antes de entrar a
formular cuales son esos peligros, los problemas de integración y las causas
que se dan en la inmigración marroquí, hemos de ser capaces, prescindiendo de
las anteojeras de lo políticamente correcto, de verificar una realidad que no
es otra que la dificultad de integración
de los musulmanes.
La situación no viene
determinada ni por la cultura, que es distinta a la nuestra en todos estos
grupos de inmigrantes, ni por la lengua, diferente al español entre los dos
últimos colectivos señalados, ni se debe a una cuestión racial, que resulta
obvia en el caso de los subsaharianos. ¿Dónde está pues la razón de esa
terrible dificultad de integración y de esa creación de ghettos por parte de los mismos inmigrantes
marroquíes?.
La religión musulmana es
de por sí no solamente distinta, como suelen ser la inmensa mayoría, sino que
además es excluyente, considerando a todo aquél que no la profesa como un
infiel que debe convertirse al Islam
aunque sea por la fuerza. La mentalidad musulmana resulta peligrosa puesto que
no acepta que un infiel tenga potestad
para mandar sobre un musulmán, que un musulmán pueda estar bajo la autoridad de
una mujer y que ve las leyes del país de acogida como unas reglas que no les
obligan puesto que sólo la Sharia, la
ley islámica, tiene validez.
La visión que tiene el musulmán
es finalista, para la consecución del triunfo del Islam está justificado cualquier
medio, de este modo la palabra dada no tiene valor alguno si se empeña con un
infiel. De la misma manera hemos podido comprobar que la legalidad, sea esta
internacional o nacional, estará siempre supeditada a una legalidad que procede
de la superioridad del Islam.
El musulmán al ser
finalista se someterá a los infieles, sus costumbres o sus leyes en tanto en
cuanto sirvan a la consecución de sus fines.
Cuando un seguidor de
Mahoma se encuentre en una sociedad de infieles se producirá una actitud de
aislamiento buscando el mínimo contacto posible para no “contaminarse” y evitar
así tener que someterse a leyes y costumbres infieles o verse dominado por su
autoridad.. En el caso de los inmigrantes a los que nos estamos refiriendo son
ellos mismos los que marcan un límite a partir del que el resto de los nativos
que les acogen no pueden pasar.
El inmigrante marroquí
se ve sometido a una fuerte tensión, resultante de fuerzas confrontadas que si
por un lado les acerca a la sociedad de acogida (bienestar económico, libertad
y ambientes que en su tierra de origen no podría ni soñar), por otro les aparta
(visión de costumbres, actitudes y planteamientos religiosos que son consideradas poco menos que diabólicas).
Hay otro aspecto que
resulta fundamental para conformar la actitud de ese inmigrante, este aspecto
deriva directamente de las expectativas con las que haya acudido al país de
acogida, en este caso a España. La realidad es que las expectativas de un
trabajo digno y de un bienestar económico con las que acude esta persona a
nuestro país resultan defraudadas en la práctica totalidad de las ocasiones. La
frustración de las expectativas suele dar paso a culpar a la sociedad de
acogida y termina en un rencor hacia
ella. Esta situación de frustración y de
malestar suele dar lugar a que el sujeto se sienta más abandonado y se junte con sus nacionales, acudiendo allí
donde más cercano se sienta de sus costumbre y tradiciones, este sitio no suele
ser otro que las mezquitas y grupos marroquíes
que por lo general suelen estar controlados y dirigidos por los islamistas
radicales.
De este modo, sujetos
que se encontraban apartados de la práctica religiosa regresan a ella y aquellos que si lo estaban se radicalicen. Los islamistas
radicales saben jugar muy bien con ese rencor hacia la sociedad occidental y
con la morriña que el inmigrante siente de toda su cultura.
Dadas las circunstancias
actuales de ataque islamista contra nuestras sociedades, deberían ser muy
tenidas en cuenta por las autoridades, de modo que tan solo pudiesen acudir a
nuestro país aquellos que puedan encontrar trabajo, y evitar así esa
frustración que les hace fácilmente manipulables y por otro cuidar de que las
mezquitas legales no fuesen utilizadas por radicales o que las ilegales pudiesen continuar
funcionando.
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