Cuantas
más informaciones se conocen, aunque en un principio pudieran parecer intrascendentes, referidas a la fundación
Nóos- “Caso Urdangarín”, mayor es la implicación de los servicios del Estado y de la más alta jerarquía de este
en todo este lamentable asunto.
Se
está poniendo de manifiesto que este chiringuito juancarlista es un Estado de Desecho que se sirve te todo
con tal de ocultar sus vergüenzas.
Tras
la declaración de Iñaki Urdangarín el pasado 16 de Julio en la Ciudad de la
Justicia de Barcelona, hemos sabido que el CNI (Centro Nacional de
Inteligencia) era un peón más en todo el entramado. “Cada cierto tiempo los Servicios Secretos
revisaban los teléfonos y las comunicaciones para garantizar la seguridad del
Duque de Palma”, en otras palabras,
estaban vigilando para hacer más eficaz el turbio negocio que el yerno del
Rey llevaba a cabo.
Como
es lógico pensar, y después se ha puesto de manifiesto, el CNI tenía puntual
conocimiento de las actividades ilícitas de la Fundación “sin ánimo de lucro”
que dirigía el Duque de Palma, o
“en-palma-do”, como a si mismo se definía en alguno de sus famosos correos.
Resulta
poco menos que imposible creer que la información que llevó al Rey a conocer de las “actividades” de su yerno y solicitarle a este que las dejase y pusiese “tierra de por medio” no se las
hubiese proporcionado el CNI, más aún cuando este controlaba sus comunicaciones.
El
hecho de que en lugar de poner en conocimiento de la Justicia la existencia de
un delito avisase al presunto delincuente para que huyese resulta como mínimo “poco edificante”, cuando no delictivo.
Pero
de lo anterior se puede deducir también, sin
asomo de duda, que el CNI era partícipe de esta presunta
ilegalidad al no haber puesto en conocimiento de la justicia la información una vez conocida a través de las
escuchas y los controles para “garantizar la seguridad de Nóos".
Recientes
correos presentados por el antiguo socio
del Duque de Palma ponen de manifiesto que este informó a la reina de que ponía en
marcha el grupo Nóos. Resulta del mismo modo increíble que la monarca no
tuviese conocimiento a través del CNI o de la Casa Real de la ilegalidad de los
negocios que la fundación estaba llevando a cabo. Pero la actitud de la reina
fue más allá de la del rey , no sólo no lo comunicó a la justicia e indicó que
“pusiese tierra de por medio”, sino que además visitó al presunto
delincuente en Nueva York.
La
actitud de la judicatura, de los Servicios de Información, de los periodistas y
de los políticos dan la clara impresión
de ser meros colaboradores para el
mantenimiento del régimen juancarlista que los cobija y del que se nutren. Para ello parecen obviar las informaciones que sobre el monarca y la monarquía se conocen.
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