La
situación por la que atraviesa España en
estos momentos es de una gravedad tal que
se hace precisa una acción todo
lo imaginativa y radical
que sea necesaria con tal de poner coto a un estado de cosas que está sumiendo en la pobreza a gran parte de
la población, mientras que una parte no pequeña
comienza a vivir en la miseria.
La actual
situación económica está acabando con ese antaño ancho colchón que constituye la clase media, una clase que
poco a poco y de modo inexorable está
siendo acuciada por los impuestos rebajando su capacidad adquisitiva para pasar a formar parte de la antaño denominada clase baja.
En la
actualidad, como si estuviésemos en pleno siglo XIX, nos encontramos con que
existen unos ricos que cada vez se enriquecen más y unos pobres que poco a poco se hunden en la miseria.
Hemos
llegado a una cifra de personas que carecen de empleo, lo que resulta absolutamente intolerable, 6200000 un
26% de la población está pués
desempleada, entre la población
joven este porcentaje supera el 50%. Cerca de dos millones de hogares españoles,
tienen a todos sus miembros desempleados, hogares que tan solo
pueden sobrevivir gracias a algún tipo
de ayudas estatales, al apoyo de la
familia o al trabajo de los comedores de
asistencia social de Cáritas o a los bancos de alimentos. Para colmo de
males estas familias ven peligrar
gravemente la vivienda al no poder
hacer frente al pago de la hipoteca y a la rapiña de los bancos que los
desahucian en un número cada vez mayor.
Hacía ya
décadas, desde la época del hambre inmediata al final de la guerra civil, que
no podía verse a personas buscando en los cubos de basura para poder
llevarse a la boca algo con lo que saciar el hambre. Y desgraciadamente esto da
la impresión de ser sólo el principio de una crisis que parece que aún no ha
tocado fondo, pues las mismas previsiones del gobierno apuntan a que el desempleo
no bajará del 25 %
Hasta al
menos dentro de dos años, y ya se sabe
lo que las previsiones normalmente suelen variar siempre a peor.
Los seguros
de desempleo y las ayudas de los familiares en ese tiempo irán acabando,
pudiendo llegar nuestro país a ser
un espectáculo general de dolor,
desesperación y miseria generalizados.
Para poner freno a todo esto los políticos en general, y los gobernantes muy en
particular, están obligados a tomar las
medidas que sean precisas para que la población española pueda llevar una vida mínimamente digna y
para que la situación se acerque lo más posible al pleno empleo.
Lo que del todo resulta inadmisible es que
las castas políticas y financieras naden en la abundancia que les proporcionan
sus negocios de usura y de una
corrupción generalizada mientras que la
población nada en la desesperanza y la
necesidad.
Muchos
dirán, y no falta razón, que sus manos
están atadas puesto que las directrices
económicas y los principios
básicos de esta vienen en la actualidad marcados desde Bruselas.
España, al
igual que ocurre con los demás países del sur de Europa, los denominados PIGS
(Portugal, Italia, Grecia y España), encuentra que las directrices
que se marcan desde el Banco Central Europeo y el Parlamento Europeo son favorables
exclusivamente a los intereses de los países del eje Franco Alemán y de los
nórdicos, pero que resultan en la mayoría de los casos lesivas para los
problemas que a los países
mediterráneos acucian.
Es así
que mientras que la prioridad para el BCE y
para la Unión Europea
se centra en combatir la deuda y el déficit, los países del sur del continente tienen en el el
desempleo galopante y en una pobreza generalizada su fundamental problemática.
Los
objetivos son distintos como distintas habrían de ser por tanto las
medidas a aplicar. Pero contrariamente a
esto se ponen en marcha, y se obliga a
que apliquen, también en los países
periféricos, medidas que para nada toman en consideración nuestros gravísimos problemas y que tan sólo
buscan combatir la deuda y luchar contra el déficit.
Unas economías,
como la nuestra, inmersas por completo en
la crisis de empleo y en las que
funciona una economía especulativa y no productiva no puede dedicarse a
combatir una deuda inasumible o un déficit galopante. Las medidas que desde Europa se
implementan buscan una y otra vez el
aumento del ingreso y la reducción del
gasto.
En la
situación económica actual el aumento
del ingreso no significa otra cosa
que la elevación de los impuestos con el consecuente retraimiento del
consumo interno, lo cual a su vez que dará lugar a una menor necesidad de
producción y un aumento del desempleo. La reducción del gasto tan solo puede lograrse reduciendo las partidas
dedicadas a actividades básicas como
enseñanza, sanidad amén de todas
las relacionadas con el llamado estado del bienestar
Y esto es así dado que todas aquellas partidas que tienen que ver con subvenciones
a partidos políticos, sindicatos y
autonomías y las ayudas a la banca parecen ser intocables dado que políticos de
todo signo, sindicatos y financieros encuentran en ellas una fuente en la que obtener prebendas económicas.
.
A España,
como al resto de los países PIGS, se les obliga de modo imperativo a que enfrenten el pago de su deuda, cuestión
prioritaria para el eje franco-alemán pero no para nosotros.
España
trata de hacer frente a esa deuda poniéndola en venta en el mercado
internacional.
Pero nos encontramos con que una de las normas que
dice tener el Banco Central Europeo es no poder inyectar dinero directamente a los Estados
como convendría al estado español para
afrontar la deuda,. La inyección de dinero por parte del BCE en cambio
si puede realizarse a las entidades financieras.
De este
modo asistimos a como los bancos y entidades financieras españolas reciben
prestamos del BCE a un interés del 1%
para luego comprar la deuda que pone a la venta el estado español al 5 o
6%. El negocio para la banca es redondo, la depauperación de la población y la
crisis del estado es para la banca un negocio redondo. Para colmo, este mismo
estado acude presto a rescatar a la
banca dándole una enorme cantidad de
dinero sin que exija como contrapartida
que el dinero fluya a los particulares y
a las Pymes a través de créditos asumibles.
Como puede
deducirse la situación en gran parte se resolvería con inyecciones directas de dinero a los estados,
cosa que bajo ningún concepto aceptan los miembros del eje franco-alemán, que
junto a Inglaterra dirigen la política económica europea.
Pero repito que el escenario resulta lo suficientemente
grave, crítico diría, como para que se tomen medidas que para nada serían
aceptables o adecuadas en una situación
más o menos normalizada.
La actitud del BCE al negar a España una inyección directa de dinero que permitiese acabar con la deuda y reflotar la economía a
la par que permitiría reducir los impuestos, aumentar el consumo y combatir
el desempleo obliga a que nuestro país
la obtenga de un modo distinto.
Lo que no
resulta aceptable es continuar una senda
que nos lleva con toda seguridad al precipicio. La obligación tanto política
como moral de nuestros gobernantes es dejar de plegarse a unas medidas impuestas por el BCE y el FMI que ningún beneficio aportan y en cambio si
agravan la de por sí la precaria situación
de una ciudadanía depauperada.
Hemos de
considerar la forma que tiene los Estados Unidos de afrontar su
deuda, cuyo tamaño es similar al 20% del PIB mundial, y que le
permite ir capeando la crisis. Esa estrategia pasa por que China haya
adquirido la práctica totalidad de tan
gigantesca deuda. De este modo la economía pasa a ser productiva y no meramente
especulativa y permite mantener el
desempleo en niveles bajos y asumibles.
Nos
encontramos ante una situación de
verdadera emergencia nacional, una situación
que nos obliga a dejar de lado
consideraciones europeistas y de sometimiento a la UE , y a las indicaciones del
BCE, más aún cuando estas instituciones
nos dan la espalda en lo que se refiere
a nuestra problemática.
El
crecimiento de las economías del “núcleo duro” de Europa, léase Alemania y Francia, encuentran en la
decadencia económica de los países mediterráneos un elemento que resulta
positivo para su evolución económica.
Siendo
así se hace preciso que todos los países de la Europa de
segunda velocidad se alíen para no
terminar cayendo en la misma situación a
que se vio avocada Grecia.
La unión
Europea sin España, Italia y Portugal no podría continuar existiendo como unidad económica ni
monetaria, siendo así que ante la eventualidad de aliarse con países distintos a los de la Unión Europea los países que se
niegan ahora a ello se verían obligados a permitir que el Banco Central
Europeo inyectase fondos directamente a
los estados.
España,
lejos de empeñarse en continuar por la senda económica que las instancias
europeas le marcan ha de buscar fuentes nuevas para la tan necesaria inyección
de capital.
Y tal
inyección mediante la compra de su deuda soberana la podría
encontrar en dos potencias económicas fuertemente consolidadas como
superpotencias: China y Rusia.
Ciertamente
se trataría de un quit pro quo dado que
si nosotros necesitamos de la gran inversión que es la compra de nuestra
deuda, los beneficios que chinos y rusos recibirían a cambio serían igualmente de un valor fundamental para sus intereses.
Por un lado
a China le resultaría de un gran interés el propagar su influencia económica a
la zona del sur de Europa, de modo que el monopolio del dólar sobre la economía
mundial no sería tal. El poder de las altas finanzas internacionales
dejarían de tener el poder tan despótico que en la actualidad ejercen.
En el caso
de Rusia el interés no sería en absoluto menor.
Para
Rusia la utilidad de esa
adquisición de deuda le resultaría
inclusive mayor.
La
influencia de Estados Unidos en el
Mediterráneo sería mucho menor, y sobre
todo el proyecto de defensa antimisiles que USA está poniendo en marcha
gracias a que cuenta con permiso del gobierno español para colocar en sus territorios parte de este sistema si España no lo permitiese este
proyecto no podría seguir adelante. Por no decir nada de que USA
dejaría de disponer de un lugar
en Europa para instalar el sistema de espionaje Echelón.
Ante tal
contingencia lo más probable es que los
países europeos y los Estados
Unidos presionasen para que el BCE comprase deuda soberana española con tal de
que España no tomase como aliados
estratégicos a China y Rusia, en caso
contrario España habría de recurrir a estos países para que adquiriesen nuestra
deuda y se pudiese de revitalizar la economía y con ello la pobreza y el paro pasasen a ser tan solo una mala
pesadilla.
Existe un
peligro cierto y preocupante, y es que
ni los Estados Unidos ni el eje franco-alemán permitirían tal toma de posición en la
economía y pérdida de posición
geoestratégica. Existiría un peligro
nada desdeñable de que a modo de
chantaje se produjese otro 11
M , tal y como ocurrió cuando Aznar se
negó a suscribir el TAU (Tratado de la Unión Europea ), lo cual de
hecho posibilitó que en España se
instalase el sistema Echelón con el
consiguiente perjuicio para las
economías del Eje franco-alemán (las industrias automovilística alemana y aereonaútica francesa especialmente habían sido objeto de espionaje industrial a través del sistema Echelón).
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