La
sorpresiva renuncia de Benedicto XVI a continuar ocupando la cátedra de
Pedro, dejando de ser así Pastor de la Iglesia Universal ,
va más allá de las causas que el mismo Papa alegó. Un estado físico deteriorado
o uno intelectual agotado no parece ser causa suficiente para tomar tan trascendental decisión.
Los
comentaristas religiosos, y muy especialmente aquellos más cercanos a las posiciones vaticanas han dado publicidad a las razones
apuntadas sin cuestionarlas un solo momento.
No se puede
pasar por alto que tras las acciones
humanas, y mucho más detrás de
aquellas en las que se ven envueltas las altas jerarquías de la Iglesia , especialmente las
que afectan al Santo Padre, se está desarrollando esa lucha entre el Bien y el
Mal, entre la Luz
y las Tinieblas del que el mundo es testigo
desde el inicio de los tiempos.
Regresando
al tema que nos ocupa, pero sin perder nunca de vista el enfrentamiento antes
mencionado, hay que tomar en consideración una serie de cuestiones para que la
decisión de Benedicto XVI pueda ser comprendida y situada en toda su extensión.
El aún
Papa ha mostrado bien a las claras desde
el inicio de su pontificado, mientras fue Precepto de la Congregación de la Doctrina de la Fe y aún antes de ello una grave preocupación con que se produjesen desviaciones doctrinales, con
que se desacralizase y trivializase la Liturgia , tan desvirtuada tras el Concilio Vaticano II.
Buscaba que se produjese en la Iglesia un regreso a la Tradición dejada de lado tras el Concilio.
Los poderes
de una masonería profundamente instalada
en la curia y la presión de
aquellos Vaticanistas tan amigos de un “acercamiento al mundo”, que
prescinden de la Tradición en cuanto la consideran un obstáculo
para tal agiornamento, son un fuerte grupo de presión que se oponen a
cualquier freno a su revolución
modernista, los cuales ven en la figura del aún Papa un enemigo, un
freno para el avance de las posturas modernistas que defienden y pretenden
implantar.
El Papa
desde el inicio de su pontificado puso
en marcha una serie de medidas y manifestó gestos en pro de la Tradición , tanto en lo
referente a la Liturgia ,
a la Santa Misa ,
al uso del latín, como en todas las
cuestiones relacionadas con la ortodoxia de la fe. Todos estos posicionamientos causaron
cierta, digamos incomodidad, en ese fuerte grupo de presión.
De este
modo, al tomar conciencia de la
presencia de un verdadero cisma no cristalizado pero si real, al comprobar que
la autoridad papal era cada vez menos acatada; Benedicto XVI ha ido reduciendo más y más su actividad en lo que se refiere a la actuación directa en el gobierno de la Iglesia , dirección esta que ha pasado a manos de la Secretaria de Estado.
Él, poco a poco
ha ido centrando su actividad en
cuestiones más de tipo intelectual, de estudio y en la escritura de
profusos escritos y libros, cosa esta que parece difícilmente
compatible con la dirección de una nave tan complicada como es la Iglesia Católica , y más en
estos momentos de crisis moral, internacional, económica y con el altísimo grado de perdida de fe en los países occidentales y dentro de la misma Iglesia.
Se ha visto
sobrepasado por una situación de desbarajuste, de ausencia de ortodoxia, de
banalización de lo sagrado y de la presencia de un cisma que de hecho divide a la Iglesia entre aquellos que tienen fe en los mandatos
divinos expresados en la ortodoxia y aquellos otros que desde una
visión liberal y antropocéntrica ponen en duda todo menos la
voluntad humana.
A mi
entender las razones que se han invocado para explicar la renuncia a la que nos
referimos no resisten un mínimo análisis
crítico. Realicemos tal análisis y posteriormente obtengamos las consecuencias
que de lo que resulte pueda derivarse.
Nos
referiremos en primer lugar al desgaste físico. Este punto resulta
absolutamente ridículo e indefendible, y es que
la situación física del Pontífice
no está tan afectada como para interferir seriamente en su misión de
dirección y cuidado
de la Iglesia. En
este punto se añade la reciente muestra
que el anterior Papa Juan Pablo II dio al permanecer hasta el momento de su
muerte al frente de la Sede
de Pedro, una muerte que fue precedida
por una larga y dolorosa suma de problemas físicos de los que todo el mundo
fue testigo y en primer plano Benedicto XVI. Luego esta explicación no es tal.
Por otro
lado se ha señalado que el Papa se
encuentra agotado o afectado mentalmente, cosa esta que sus escritos y la clarividencia de sus
discursos ponen en duda.
También se
ha especulado con que los papeles filtrados en el caso de espionaje y traición interna hayan
podido afectar de tal modo el ánimo del
Pontífice que le haya puesto en una
grave situación de decaimiento. Aunque si han podido ser parte de ese chantaje al que más adelante hago referencia y que amenazaría con hacer daño a la Iglesia.
Se ha
hablado mucho de que hace siglos se produjo
otra renuncia en el caso de
Celestino V, aunque tal antecedente para nada podría compararse con la
que ahora nos ocupa. Nada tendría que ver con el caso de Benedicto XVI puesto
que los 8 años de su pontificado nada tienen que ver con las 48 horas que el
referido Celestino V ocupó la sede de Pedro.
Tampoco
pueden ser comparadas las trayectorias previas a la designación de ambos como Sumos Pontífices,
un monje encerrado en un convento el
primero frente a alguien con la
experiencia que concede el haber ocupado altos puestos en la jerarquía y el
contacto directo con la problemática eclesial que proporciona el haber sido durante años Precepto para la Congregación de la Doctrina de la Fe. Estaríamos pues ante una
ruptura con la historia de la
Iglesia , cosa esta difícilmente conciliable con la persona
que aún ocupa el Papado ya que nos
encontramos ante un combativo defensor de la Tradición.
Pero
algunas causas deben haber movido al Santo Padre a tomar tan grave decisión
y me
niego a aceptar que estas se
relacionen con un interés personal o egoísta, más bien todo lo contrario.
Desde mi
punto de vista ha recibido presiones
externas que le amenazaban con causar un grave daño a la Iglesia caso de continuar como Papa, su renuncia habría sido un acto de sacrificio en pos de la Iglesia aún en contra de sus propios intereses.
Son muchos
los factores que convergen a la hora de
poder crear una situación sumamente
molesta para los intereses de los actuales dueños del mundo, con la
consiguiente reacción por parte de estos.
Nos
encontramos por un lado con el hecho de que la solicitud de los insurgentes sirios para que el Sumo Pontífice
mantuviese conversaciones con ellos, y de este modo fuesen de facto
reconocidos, fuese contestada con
un contundente: “el Papa no habla con
terroristas”.Esta postura habría producido en los dirigentes USA-OTAN, un fuerte malestar dado que de hecho contrariaba sus planes de dominio de todo el Oriente Medio y la
preparación del inminente ataque a Irán. Es así que Benedicto XVXI habría
pasado a ser considerado un elemento claramente pernicioso para el Nuevo Orden
Mundial.
En este
punto conviene recordar que lo enseñado y defendido por el Concilio Vaticano II, verdadera revolución en la Iglesia , constituyó un
paso de gigante para que miles de
millones de católicos del mundo se
plegasen sumisamente a las doctrinas que
defienden los encargados de
implantar el Nuevo Orden Mundial a
través de una mundialización liberal basada en el relativismo y que de este modo haría que sin problema aceptasen una religión sincrética universal, que es uno de los objetivos fundamentales de ese orden universal que el poder en la sombra pretende instaurar.
Como
puede deducirse, esto no hace otra cosa
que convertir al Papa de la Tradición en un enemigo que estorba y que ha de ser anulado en su autoridad. Lograr tal cosa resulta muy
complicado mientras este continuase
disfrutando de la autoridad espiritual
que le concede el ser Sumo Pontífice de la Iglesia Católica Universal,
luego habría que removerlo de su cargo para sustituirlo por otro más acorde con
sus intereses y que no se opusiese de hecho a la implantación de ese gobierno mundial que buscan implantar.
La
eliminación física no es considerada como una
opción, tal y como aconteció en el caso de Juan Pablo I, ya que el
efecto podría ser el contrario y que una gran parte de los católicos mirasen con
mayor agrado aún el camino de la
Tradición.
La única
manera a través de la cual podría conseguirse la renuncia de Benedicto XVI a la cátedra de
Pedro sería convencerle de que su retirada
fuese fundamental para salvar a la Iglesia y que el hecho de no hacerlo llevarla
aparejado un gran mal para esta.
Existen una
serie de interrogantes que la actual renuncia lleva aparejada y que su
contestación o existencia
misma marcan un camino de explicación
a las razones que la han podido
mover a llevar a cabo. Estas interrogantes son las que siguen:
En primer
lugar hemos de cuestionarnos qué ha
ocurrido con el original de su último libro.
También, cuál es la razón que ha movido a dirigir en
el último mes tantos escritos a las fuerzas de seguridad del Vaticano-
¿Por qué, en abierta contradicción con toda su posición a lo largo de su
pontificado y planteamiento de la ortodoxia
tradicional, en los últimos meses ha hecho hincapié en la unión de las iglesias?, y esto
cuando anteriormente señaló de modo
rotundo que él nunca lideraría tal unión.
Otra
interrogante se refiere a cual va a ser
el futuro de la cuarta encíclica, aún no publicada, que el Papa tiene ya
finalizada. ¿Se publicará cuando el Papa ya no lo sea, aunque esté en vida, o
permanecerá ignota para los católicos y el mundo en general?
Todas las
interrogantes anteriormente
presentadas no hacen sino apuntar a una rectificación en las posturas tan concienzuda y
claramente defendidas a lo largo de su pontificado. Del mismo modo señalaría una urgencia en esa rectificación.
La
inminente reunión de los Cardenales para la elección de un nuevo Papa
pondrá de manifiesto con toda seguridad ese enconado
enfrentamiento que se da entre las posiciones
a las que hemos hecho referencia, de lo se puede derivar una
exteriorización del cisma que de hecho existe ya en el interior de la Iglesia Católica.
Este cisma este será alentado por las fuerzas de la masonería y de los
poderes que tratan de imponer en la
tierra un Nuevo Orden.
Para una
comprensión total de lo crítico del
momento que vivimos han de ser tomadas en consideración las profecías que San
Malaquías realizó hace siglos y que
sitúan en el próximo Papa, el que surja del inminente cónclave, el final de la Iglesia , el surgimiento de
un cisma dentro de ella, la destrucción de Roma y la partida del romano pontífice y su posterior
muerte. Las diferentes apariciones marianas también hacen referencia a que
tales hechos tendrán lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario