Cuando
ciertas sustancias se mezclan se
produce una explosión al originarse una sustancia distinta con propiedades
que dan lugar a una detonación o provocan combustión.
Del
mismo modo ocurre en el campo de las ideas, en el cual unos planteamientos ideológicos
que de por sí y de modo aislado pueden
ser o parecer inocuas dan lugar a un
conglomerado ideológico sumamente pernicioso para el
orden social y para el desarrollo
humano.
Si
nos referimos a este segundo aspecto y lo concretamos en la mezcolanza ideológica que presenta el
Partido Popular veremos hasta que punto es grave el planteamiento ideológico que deriva de tal
mezcla.
Nos
encontramos con un grupo político que se define como liberal, conservador,
defensor de la economía de libre mercado, aconfesional. demócrata y
constitucional.
Ahora
haremos referencia a cada una de estas posiciones ideológicas que definen el
posicionamiento de esta
mayoritaria, ahora gobernante. Tras este
análisis particularizado señalaremos como
estas interactúan de modo
que dan lugar a una ideología o pensamiento político nocivo. Y es que el todo es distinto a la
mera suma de las partes.
El
primer posicionamiento ideológico en el que basan su ideología es el liberalismo. Y es que se definen en
primer lugar como liberales, pensamiento
este que defienden a ultranza.
¿Pero
que es el liberalismo y que conlleva en la práctica someter el pensamiento y la
acción a tal ideología?
El
liberalismo es la consecuencia lógica de lo que vamos a denominar Principios liberales
que son los siguientes:
-La
soberanía del individuo es independiente de la de Dios y de los presupuestos
morales que este ha marcado nada hay por encima de la libre voluntad del
sujeto.
-
Del anterior se deriva el derecho del pueblo a legislar y gobernar con
independencia de todo criterio que no derive de su propia voluntad.
-La
voluntad popular de la mayoría del pueblo, expresada a través del sufragio, es
la que marca la bondad de la legislación
y del gobierno.
-Siendo
de este modo que el sufragio universal es el que marca el camino legislativo y
ejecutivo que ha de seguirse independientemente de cualquier norma o moral
divina.
El
conservadurismo
al igual que ocurre con el Estado liberal no cree realmente en nada, ni
siquiera en si mismo. En el primero la
voluntad de la mayoría es la única con derecho a existir, aunque el resultado
de la aplicación de esta conlleve su
propia desaparición. En el segundo el mero hecho de la conservación de lo
existente es superior al hecho de
que la concepción del Estado pueda
aplicarse o llegue a existir. El
conservadurismo no pretende aplicar concepción ideológica alguna, su única
intención es la permanencia del status quo independientemente del fundamento
moral o ideológico que este mantenga. El conservadurismo, a diferencia del
tradicionalismo no defiende unos valores
o principios inmutables, sino que se acomoda a la realidad de cada momento.
De
la misma manera el conglomerado ideológico popular defiende a capa y espada la
economía de libre mercado. oponiéndose a que el Estado intervenga de manera
alguna en las relaciones laborales o
económicas. Todo esto no es otra cosa que un planteamiento que ampara y defiende la injusticia ya que no
tiene en consideración si las relaciones laborales o económicas atacan al más
débil, permitiendo que la competencia entre los dueños de los medios de
producción y los trabajadores dañe en un “combate” desigual a aquellos que tan
solo cuentan con su trabajo. En tiempos
como los actuales en los que la oferta es infinitamente mayor que la demanda
los capitalistas dueños de los medios de producción podrán imponer cualquier condición laboral a
aquellos que quieran trabajar y de este
modo poder ingresar un mínimo salario.
De igual manera ocurriría en momentos en los que la oferta fuese muy superior a
la demanda, situación en la que los
empleadores se verían dominados y
aprovechados por las asociaciones de trabajadores.
El
Estado tiene la obligación de intervenir en estas relaciones cuando los trabajadores o los empleadores puedan ser
explotados o los empleadores condicionados. Del mismo modo el Estado habrá de
intervenir en las relaciones de importación- exportación cuando la economía
nacional pueda verse afectada.
La
aconfesionalidad
mantiene que el Estado no ha de inmiscuirse
en temas religiosos o morales, permitiéndose su existencia y actuación siempre
y cuando no entren en conflicto con el
orden público.
El
Estado no ha de someterse en modo alguno a planteamiento o moral
de ninguna confesión religiosa,
ha de ser autónoma respecto a ellas. Reconoce la libertad religiosa pero nada
más.
Otro
planteamiento que defienden como si de un dogma de fe se tratase es el del constitucionalismo,
referido a la constitución del 78. En esta vigente constitución basada en los principios liberales, se
consagra además el ataque a la Unidad Nacional que es el
sistema autonómico.
De
la conjunción de todo este batiburrillo ideológico se deriva la absoluta
dictadura de las mayorías, las cuales
desde el más exacerbado de los absolutismos desprecian cualquier
norma moral y defienden realidades como
el aborto, el matrimonio homosexual, el separatismo, la ruptura nacional, etc.
Llegando a la aceptación de la ruptura misma de nuestra patria desde el secesionismo con tal de que la mayoría la refrende.
El
situar la voluntad individual y la soberanía de la población por encima de toda
norma superior, poner en las decisiones de la mayoría el origen de la bondad de
las decisiones, ver en la conservación del status quo
preexistente una forma de actuación y ver en una constitución atea,
injusta y antinacional un punto de
referencia sólo pueden conducir al sujeto y
a la sociedad al abismo.