Ahora bien, hasta ahí llegan las similitudes ya que a diferencia de lo que acontece en la actualidad, la Cristiandad plantó entonces cara a la agresión de que era objeto. Para enfrentar ese embate llevó a cabo una serie de cruzadas que movilizaron a la práctica totalidad de la sociedad, aunque por supuesto tan solo algunos tomasen parte en alguna de ellas de forma física.
Detrás de esa actitud de desidia que desgraciadamente muestra la sociedad actual subyace algo que no es sino la ausencia de un sustrato moral, de una cosmovisión basada en la afirmación de verdades que marquen tanto a los individuos en sus conciencias como que determinen un orden para las sociedades y las legislaciones que las rigen. Ocurre que la actual sociedad occidental no presenta nada de esto. Es más, reniega de la existencia misma de la verdad para desde un nihilismo práctico basarse exclusivamente en lo material y en la defensa de antivalores como son la democracia y el liberalismo en lo político y el capitalismo consumista en lo social.
En la actualidad no podemos si no reconocer que la sociedad occidental tiene poco que ofrecer en este sentido. Y que fuera de lo económico, de la mentalidad consumista y de la opulencia material, que se nos quiere presentar como un logro absoluto, nada puede oponer a la afirmación, espiritualmente errónea puesto que no a Jesucristo ni su mensaje, que muestra la civilización musulmana. El mensaje que traslada el Islam, aun siendo falso como lo es, aporta al hombre, contrariamente a lo que hace la actual corriente hedoista de Occidente, una visión de afirmaciones respecto a la existencia de verdades absolutas independientes de la voluntad humana. En el fondo está saciando la necesidad profunda del ser humano al plantear que existe algo que el alma humana ansía y que va más allá de la mera materialidad .
Ha de quedar claro que lo que se quiere hacer es poner de manifiesto que una vez que Occidente ha renegado del Cristianismo y al no haber llenado el vacío que surge tras esa apostasía con afirmación alguna, sino que por el contrario ha pasado a defender la negación desde planteamientos políticos como el liberalismo y la democracia que niegan directamente la posibilidad de la existencia de la verdad desde el momento en que la están convirtiendo en un elemento dependiente de la cambiante y falible voluntad humana.
Una vez que el liberalismo, y finalmente el nihilismo, han imperado en todos los campos de la sociedad occidental, Occidente ha perdido una cosa fundamental que es la razón que la mueva a defenderse y a combatir la agresión de que es objeto, puesto que al no haber nada objetivo que defender no hay motivo que mueva a la acción
Estando así las circunstancias resulta difícil, por no decir imposible, que un individuo, y menos aún una colectividad humana se pueda movilizar en defensa de la vaciedad que tan solo cuenta con la prosperidad económica como una realidad que pueda considerarse hecho diferencial
Sin profundizar en las cuestiones fundamentales, o sea las de tipo espiritual, Occidente precisa de un andamiaje, de un armazón espiritual a partir del cual se desarrolle una cosmovisión y una forma de vida que sea asumida como propia, que se considere digna de ser defendida si es atacada- Pero esto nunca ocurrirá con planteamientos ideológicos meramente materialistas y nihilistas como los que actualmente gobiernan las mentalidades occidentales.
Llegado este punto aparece el momento de tratar el tema más delicado, tema que hace referencia a la manera en que se ha de implantar en las sociedades occidentales un pensamiento y ante todo una espiritualidad cristiana. En primer lugar, y antes de nada ha de quedar muy claro que no puede tratarse de una mera imposición legal sino que ha de ser de un paulatino empaparse de los miembros de la sociedad del pensamiento y de la espiritualidad de Cristo.
Al igual que a la necesidad de acabar con el intento del islamismo radical de infiltrarse en nuestro suelo a través de la enseñanza, así mismo será a través de la enseñanza y la educación como se logrará reimplantar aquellos planteamientos morales que configuraron la Cristiandad y que permitieron poner en pié las cruzadas que la salvaron de la agresión de la media luna. Llevando a las nuevas generaciones un conocimiento cabal de nuestra historia para que puedan rehacerse los países que conforman el actual Occidente, estos han de recuperar por todos los medios una concepción moral, y para alcanzarla se debe extirpar esa mentalidad de que el liberalismo es el camino a seguir, se ha de presentar la existencia de una visión distinta, visión en la cual el hombre no es concebido como bueno por naturaleza sino que sea visto como una criatura caída con tendencia natural al mal que tan solo a través de la gracia puede superar tal inclinación. Tan solo así, y reconociendo que existen verdades objetivas, el ser humano puede llegar a comprender la realidad de la historia y deducir que el liberalismo y la democracia liberal no tienen base alguna. De este modo la sociedad occidental tendrá verdades en las que basarse y por las cuales luchar.
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