El capitalismo , liberalismo económico, que no ha de confundirse con la propiedad privada, da lugar a una injusticia que tiene su origen en la misma concepción de lo que para este es la actividad laboral.
En el capitalismo nos encontramos con que existen unos pocos que son dueños de los medios de producción. , los cuales basan el origen de sus beneficios en el alquiler de unos sujetos, los trabajadores, a los que pagan una cantidad de dinero, en ocasiones mísera, para que haciendo uso de esos medios de producción obtengan unos rendimientos de los que el trabajador no participa al considerarse que por haber recibido un salario está desvinculado de los beneficios que su trabajo produce. De este modo el trabajador asalariado pierde todo derecho sobre lo que ha producido. No recibirá nada más que ese salario, y el beneficio íntegro irá a engrosar los bolsillos de los capitalistas.
No ha de perderse de vista que los medios de producción por si mismos no producen nada y por tanto no aportan beneficio alguno para sus dueños. Del mismo modo el trabajador que está ejerciendo su actividad laboral en una empresa tampoco podría recibir salario alguno sin la presencia de tales medios de producción, ambos por tanto resultan imprescindibles a la par que complementarios. Ahora bien, el hecho de ser ambos imprescindibles y mutuamente necesarios no da de hecho, en este sistema económico, lugar a una equitativa distribución de los beneficios si no a una clamorosa injusticia.
El sistema capitalista no hace otra cosa que desvincular al trabajador del producto de su trabajo.
Lo que en justicia tendría que ocurrir es que el beneficio que produce el trabajo se dividiese en partes similares entre los dueños de los medios de producción (para mantenimiento de los medios de producción, pago de salarios y beneficios para los capitalistas, amén del pago de los salarios de los trabajadores),La parte de los trabajadores(su parte de beneficio iría en parte a aumentar su salario y en parte a un fondo sindical para ayuda en momentos de necesidad, para atención sanitaria y defensa de derechos laborales por medio de sindicatos organizados por ramas de producción). No se ha de confundir al capitalista con el empresario (que de hecho no deja de ser un trabajador más).
El capitalismo parte también de otro error , y es considerar al estado como un mero observador pasivo que estaría al sometido al libre funcionamiento de la ley de la oferta y la demanda.
Pero esa supuesta inexorable ley de la oferta y la demanda no pasa de ser una forma de encubrir la obligación de estado de velar por los intereses del capital frente al trabajador asalariado.. Para los intereses capitalistas es preciso que el estado se vea reducido a un mero espectador que de hecho apoya al capitalista frente al más débil, el cual al no contar con medio de producción alguno debe someterse a la voluntad de aquellos que los poseen.
En épocas de crisis como la actual en las que la oferta es infinitamente mayor a la demanda el trabajador ha de plegarse a las condiciones que el capital le imponga. Eso sí, será “libre” de negarse a aceptar las condiciones que le imponga el empleador. Lo que ocurre es que esa supuesta libertad no es tal puesto que la negativa en muchos casos la pagaría con el precio de morir de hambre o el de malvivir miseramente.
. Por contra, cuando la demanda sea mayor que la oferta será al contrario, el empresario se verá en la tesitura de tener que aceptar toda solicitud del trabajador aunque ello pueda ir contra la viabilidad empresarial.
Otro tema a tener en cuenta, tema de actualidad, se refiere a los Convenios colectivos. Ocurre que si los Convenios se realizan empresa por empresa, la posibilidad de acción de los trabajadores se verá absolutamente mermada ys que el grado de presión de los gestores, representantes de los capitalistas, será muy grande debido a la posibilidad del despido, cambio de servicio, etc. con tal de lograr que el beneficio que obtengan los socios capitalistas que los han nombrado sea mayor.
Por contra, si los Convenios se realizan por ramas de producción la capacidad de presión de los trabajadores podrá ser mayor al verse desvinculados de presiones directas de los gestores.
Pero para que ni unos ni otros puedan imponerse el funcionamiento se verá controlado por la figura de jueces laborales y de representantes sindicales que agruparan tanto a trabajadores como empleadores en función de su rama de producción.
Pero para que ni unos ni otros puedan imponerse el funcionamiento se verá controlado por la figura de jueces laborales y de representantes sindicales que agruparan tanto a trabajadores como empleadores en función de su rama de producción.
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