Dada la actualidad e importancia del tema, reproduzco un artículo que ya colgué en mi blog el 10 de Febrero del año 2015.
En esta entrada vamos a hacer referencia a algo que se está preparando a nuestras espaldas , algo que si finalmente es puesto en marcha afectaría de modo muy negativo la práctica totalidad de los aspectos de nuestras vidas: a lo laboral, sanitario, alimentario, ambiental, etc, etc.
Me estoy refiriendo al Acuerdo Trasatlántico para el Comercio y la Inversión), conocido por su acrónimo en inglés T.T.I.P.
Este acuerdo, o tratado, pretende ser la herramienta fundamental para crear un espacio de libre comercio entre los Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Europea. El T.T.I.P. buscaría armonizar las reglamentaciones de ambos lados del Atlántico con el fin de que las empresas pudieran comerciar con mayor facilidad y que de este modo las economías creciesen.
Toda la declaración de intenciones sobre la que se levanta el T.T.I.P. resulta muy atractiva, en teoría estaríamos ante un sendero que nos conduciría hacia una mejora en el comercio entre los dos lados del Atlántico y que llevaría a un aumento de la prosperidad de las economías de los países y de las personas.
Pero desgraciadamente la realidad es muy distinta a esta superficial y simplista consideración.
Para poder tener una adecuada visión de la bondad, o maldad, del acuerdo al que nos estamos refiriendo es preciso tomar en consideración toda una serie de cuestiones sin las cuales nuestro juicio sería del todo equívoco.
Sólo teniendo en cuenta ciertos puntos las consecuencias del T.T.I.P. podrán considerarse de un modo realista.
Ya hemos señalado que la base del T.T.I.P. es la armonización de las reglamentaciones de USA y la UE, de este modo se buscaría que desapareciesen las trabas que pudieran encontrar los distintos grupos comerciales.
Para llevar a cabo esta armonización se han de modificar las legislaciones vigentes en la Unión Europea y en los Estados Unidos de Norteamérica, buscando igualar las condiciones y de este modo favorecer el intercambio comercial.
Es precisamente en este ajuste de legislaciones y reglamentaciones donde se encuentra la verdadera problemática del tratado que nos ocupa.
El resultado a la hora de igualar las legislaciones siempre será negativo para los europeos en general y para nosotros los españoles en particular. Y esto es así debido a que siempre se igualaría a la baja dado que las legislaciones laborales, sanitarias y medioambientales son mucho más favorables para la población en el antiguo continente que lo que lo son en los EEUU.
En los Estados Unidos de Norteamérica la presión de las multinacionales y sus lobbys sobre los legisladores han dado lugar a una legislación más centrada en los beneficios de las grandes empresas que en la protección de los ciudadanos.
Fruto de esta armonización sería la perdida de parte de los derechos laborales, daría lugar a una sanidad que dejaría de ser universal y gratuita en favor de una mayor privatización que la haría inasequible para capas, cada vez más amplias, de la población.
Otro aspecto que se vería afectado de modo negativo es el de la reglamentación alimentaria. En Europa existen una serie de productos y tratamientos alimenticios que están directamente prohibidos como la hormonización de la carne o la comercialización de ciertos productos transgénicos.
En cualquier caso al consumidor europeo siempre le queda la opción de elegir dado que la legislación europea obliga a que esta información venga especificada en las etiquetas de los alimentos, cuestión esta que no es obligatoria en los EEUU.
Otro aspecto similar se da en la legislación medioambiental, en USA la legislación está dirigida más a proporcionar mayores beneficios a las multinacionales que a mantener un control que proteja la salud de los consumidores o el medio ambiente.
Si finalmente se aprueba la instauración del TTIP Se crearían tribunales de arbitraje para actuar en el caso de que algún Estado tratase de mantener su estructura legal en lugar de aplicar la legislación armonizada de la que hablamos.
Estos tribunales obligarían a la puesta en marcha de la legislación armonizada o caso contrario multarían al Estado infractor al pago de sumas ingentes de dinero . A esta multa se suma que el Estado denunciado debería pagar a la multinacional denunciante cantidades multimillonarias, pago que seria a modo de “compensación” por los perjuicios causados en los beneficios de la multinacional al no haberse aplicado la nueva legislación fruto de la armonización (así ha ocurrido ya en Australia, donde las decisiones nacionales se vieron anuladas por la presión de las multinacionales a través de tribunales de arbitraje).
A finales del año pasado el parlamento francés se opuso a que entrase en funcionamiento el T.T.I.P, por el contrario el español le ha dado su placet.
De todas formas esto se va a dirimir en instancias superiores, será en el parlamento europeo, a espaldas de una población europea sometida a una premeditada ignorancia, el que decida si nuestras vidas han de estar o no sometidas a los dictados e intereses de las multinacionales.
De todo lo que hemos expuesto hemos de concluir que los Estados-nación cada día pierden más y más soberanía en pos de un poder multinacional, comercial y financiero, que el individuo no pasa de ser una pieza más del engranaje productivo y de consumo del Nuevo Orden Mundial.
Por mucho que se nos venda que somos libres, la realidad es que las decisiones sobre aquello que va a afectar directamente a nuestras vidas, como ocurre con el T.T.I.P., no las tomamos nosotros, se nos engaña con la zanahoria del consumismo a la par que se nos dirige con el palo de una ley hecha a la medida de las multinacionales y del poder financiero. Se busca la ruptura de la identidad europea, diluyéndola en el colonialismo cultural de USA y en la invasión racial de una inmigración descontrolada.
Estamos a punto de entrar en un Nuevo Orden Mundial que dirigirán los de siempre, los miembros del autoproclamado pueblo elegido. El T.T.I.P. es el primer paso, como en un principio fue la CEE, para la creación de un ente político que agrupe América del Norte y Europa que terminará uniéndose con otras unidades como el NAFTA, la Unión euroasiática, Mercosur, etc. Es el comienzo económicos para la implantación de un gobierno mundial.