La clamorosa
muestra de cinismo que pone de manifiesto la celebración del Mundial de futbol
en Qatar resulta del todo inaceptable.
Este hecho deja bien claro que no todos los
países y regímenes son tratados de igual modo, aunque los comportamientos y
tomas de actitud que estos realicen no difieran en nada.
Lo cierto es
que esta realidad no debería extrañar a nadie puesto que viene siendo norma en
las relaciones internacionales desde hace más de un siglo.
Una conducta
que viene desarrollando Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, con la
aquiescencia y el silencio cómplice del resto de los países.
Se trata de un doble rasero fruto de la
supuesta superioridad moral de los países occidentales en general, pero de los
anglosajones muy en particular, sobre el resto de los países.
Las muchas situaciones en que esto se ha
venido dando deberían haber abierto los ojos a la población.
Los países
que conforman el autodenominado mundo libre se consideran con una superioridad
moral tal que les permitirían decidir cuáles son los regímenes que son aceptables
y con los que se puede comerciar, e incluso se puede vender
armas y cuales otros deben ser castigados y recibir sanciones económicas cuando
no agredidos militarmente.
Y esta
diferenciación para nada se lleva a cabo en función de la adecuación o no de
los regímenes a cuestiones que tengan que ver con el comportamiento adecuado o
no respecto a la dignidad y derechos de sus ciudadanos, el respeto a la
integridad del territorio de otros o al mantenimiento de la paz con sus vecinos.
Lejos de ello la actuación del Occidente “libre”
resulta de cuestiones que derivan de los intereses económicos y de las
cuestiones geoestratégicas que afecten a los países que emiten los juicios
críticos e imponen sanciones a determinados países o a sus dirigentes.
Siendo así
que realmente no se está aplicando la justicia ni la equidad si no que se utiliza
la cobarde posición de ser fuerte con los débiles y débil con los fuertes,
fuertes y débiles no sólo en lo militar si no en lo económico y en la dependencia
respecto a la materia que posean y necesite la economía de los países
autodenominados civilizados.
Para Estados
Unidos en particular y en mucha menor medida para la una Europa que desde el
final de la segunda guerra mundial que no pasa de ser un protectorado de los
norteamericanos, la influencia de los grupos de presión financieros,
industriales amén de los lobbies sionistas, marcan su política internacional y
no hacen otra cosa que plegarse a sus intereses.
Realmente
causa estupor y escandaliza que mientras Los Estados Unidos
invadieron Irak, Somalia, Afganistán o la OTAN bombardeo Yugoslavia y Libia sin
razón objetiva alguna, ahora esos mismos se rasguen las vestiduras por la
intervención de Rusia en Ucrania.
Tampoco es de recibo que mientras hace años
Sudáfrica sufrió una política de sanciones económicas y que a sus deportistas
no se les impidiese participar en ninguna competición en territorio no
sudafricano a causa del régimen del apartheid, ahora asistamos con normalidad a
que el mundial de futbol se celebre en Qatar, un país donde los derechos de las mujeres y de algunos colectivos son fuertemente despreciados, un país que habría puesto en serio riesgo la vida de gran cantidad de trabajadores inmigrantes, de hecho han muerto al construir la infraestructura relativa al mundial más de un centenar de obreros.
Otro
episodio sobre este mismo tema de la ausencia de equidad a la hora de aplicar una política internacional simétrica es el tratamiento que recibe el Estado de Israel, y es que desde que acabó la segunda guerra mundial y se creó en 1948 el Estado sionista
de Israel, con la consiguiente expulsión de su tierra a los palestinos y la
cruel represión subsiguiente, cosa que no sólo fue permitida por las potencias
ganadoras del conflicto si no que fue alentada por ellas.
Es más, esa actitud se continúa manteniendo el
día de hoy al mirar para otro lado y no criticar ni condenar el actual
apartheid que sufre el pueblo palestino confinado en el campo de concentración
que en el que se han convertido los territorios de Gaza y Cisjordania.
Pese a que
cada poco tiempo Israel bombardea los territorios aún no controlados por el
Estado sionista, es premiado con ingentes cantidades de dinero que aparte de
servir para sostener la economía de Israel y al ejército de ocupación sionista,
del mismo modo ese dinero que tan alegremente riega al estado judío sirve para
construir y mantener su armamento atómico. Pero claro, el poder que tiene el
lobby sionista en Estados Unidos es tal que ni siquiera permite a los
dirigentes norteamericanos poner sus intereses por delante de los de otro país
como es Israel, sólo así se entiende que el incidente del Liberty, barco de la
armada norteamericana que fue atacado por aviones de combate israelíes durante
la guerra de los seis días para poder culpar a Egipto de la agresión y así
conseguir que EEUU entrase en la guerra al lado de Israel, esta acción de falsa
bandera llevada a cabo por el Estado sionista causó la muerte de más de un
centenar de marinos norteamericanos, pese a lo cual el gobierno estadounidense
ni abrió la boca.
Del mismo
modo calló ante el asesinato de una chica norteamericana de 23 años, Rachel
Corrie, aplastada voluntariamente por un bulldozer del ejército israelí cuando
esta trataba de evitar la destrucción de una vivienda familiar palestina. La
actitud del gobierno norteamericano fue la del silencioy la de negarse a pedir
una investigación del suceso.
Pero claro,
olvidaba que Israel cuenta con la fuerza increíble del lobby sionista en
E.E.U.U. y Qatar con el poder que proporciona el petróleo.
BOICOT AL
MUNDIAL DE QATAR .
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