sábado, 28 de marzo de 2020

LA UTILIZACIÓN DE LA PANDEMIA, UNA POSIBILIDAD.



                                                                                   
                                                                       


Dado que no soy especialista en virología, ni siquiera tengo unos mínimos conocimientos sobre el tema, no tendré el atrevimiento de realizar ningún comentario sobre el origen, posibles mutaciones o diferentes cepas del virus que supuestamente se encuentra en la base de la pandemia que padece el mundo en general y muy especialmente algunos países, entre ellos España.
 Es así que en el presente escrito pretendo considerar los efectos que la pandemia y las medidas que se pongan en marcha para combatirla pueden provocar en el funcionamiento personal y social del ser humano, así como si este funcionamiento puede ser utilizado para manipular la sociedad.
El principio en el que ha de basarse cualquier narrativa en torno a la influencia de la actual situación y de las medidas que se implementen debe ser siempre el reconocimiento de que en situaciones de pánico y miedo  la población  se vuelve mucho más moldeable y sumisa, y esto es así dado que en situaciones de shock   la sociedad humana, como suma de individuos, buscará  en la autoridad un abrigo que le dé protección, y esto lo hará aceptando normas y órdenes, sin pararse a pensar si esa autoridad está supeditada  a los intereses de otros, de hecho las aceptará sin protestar esas medidas y recortes a su libertad que  en otras situaciones no aceptaría o al menos las sometería a una crítica mayor. Lo cierto es que los individuos obedecerán sin pensar normas que en ocasiones pueden perseguir intereses no sólo distintos sino opuestos a los propios.

                                               


Este plegarse de manera ciega y acrítica a las órdenes dadas y normas impuestas será mucho más incondicional cuanto mayor sea el pánico extendido y la gravedad del asunto en cuestión, de ahí que la generalización de la epidemia y con ello los afectados, muertos y potenciales víctimas es un paso  para que unas autoridades  determinadas a implementar un plan de recortes de libertades y de sometimiento de la población no hará todo lo que está en su mano para frenar la extensión de la pandemia, ¿a alguien le suena  permitir las manifestaciones del 8 de Marzo o el no dotar a los sanitarios de el más elemental  equipo de protección?.
Pues bien, vamos a centrarnos en la situación por la que estamos atravesando y en las consecuencias, tanto de ella como de las medidas que se aplican y seguramente se aplicarán.

En primer lugar, nos encontramos con una reclusión a la que la población se ve sometida y que ya va por la segunda semana. Este hecho crea una situación, que si bien resulta ser de utilidad para evitar que la pandemia se extienda de modo descontrolado, lleva aparejado que la epidemia del miedo crezca y se agudice, de manera que hará a la población más y más sumisa a las posteriores medidas que se apliquen.
 Estas medidas, centradas en el encierro en la propia vivienda y en el mantenimiento de una distancia de metro o metro y medio entra una y otra persona nos lleva a considerar al vecino como un potencial enemigo que puede causarte la muerte. Una de las consecuencias más graves de este enfrentamiento y desconfianza larvada es que si la pandemia se extiende en el tiempo o una vez controlada se vuelve a desatar,  la sociedad no sólo aceptará de buena gana una vacunación  obligatoria y generalizada

                                               


 o la implantación de un microchip para controlar que esa persona ha sido vacunada, sino que las personas que formen parte de la sociedad se enfrentarán, violentamente incluso, a aquellos que se nieguen a alguna de ambas medidas. Serán vistas como amenazas reales a la salud y vida de los miembros de la sociedad, y esto ocurrirá aunque no se haya hecho pública la base científica y verdadera utilidad de ambas medidas.
Serán muy pocos los individuos que se opongan a ser vacunados o a que se les implante el hace tanto tiempo señalado microchip.

                                                


Y no habrá prácticamente resistencia debido a la coacción legislativa: multas o penas de cárcel, o a la presión social de todo su ambiente social que le tratará como un   apestado que por su cabezonería pone en peligro la salud y vida, tanto suya como la   de los suyos.

Otro punto que se podrá poner en marcha, pues interesa a las élites para controlar de modo absoluto a los sujetos, es el de la prohibición del dinero en efectivo y obligar a utilizar exclusivamente el dinero de plástico o tarjetas.

                                                


Para implantar esta medida no será necesario recurrir  a  indicaciones legislativas o a  ordenanzas de ningún tipo, bastará con señalar que  el dinero en efectivo es un medio por el que se  transmite con facilidad  el virus  causante de la presente pandemia.  Esto ocurrirá sin tomar aportar soluciones del tipo de desinfectar los billetes o de no tocar monedas sin guantes, etc. Todas estas soluciones, caso de ser expuestas, serán fácilmente desvirtuadas tan solo con calificarlas de insolidarias o de estar basadas en ideas conspiranoicas.
Todas las medidas hasta ahora impuestas por las autoridades no son en sí mismas censurables, ni mucho menos. Lo que si es peligroso es el estado de sometimiento y de tedio existencial al que estos están dando lugar, una situación de absoluto y total sometimiento que permitirá  que el Estado supranacional controle  al individuo  a través del microchip y  pueda  dominar su conducta so pena de dejarle sin capacidad económica alguna al obligar a que únicamente se pueda comprar a través del dinero  plástico que está controlado por las élites financieras, que forman parte fundamental de las élites  oscuras.

Ante esta situación crítica que España atraviesa lo fundamental es poner fin a la pandemia, pero sin perder de vista que situaciones como esta pueden ser  utilizadas por las autoridades  sometidas a las élites para alcanzar sus objetivos, unos objetivos que jamás podrían alcanzar sin situaciones  como esta.

lunes, 23 de marzo de 2020

ABRIR LOS OJOS A LA REALIDAD.




                                                                                             


La crítica situación por la que en estos días atravesamos los españoles debería  ser un albadonazo que impulsase una serie de cuestionamientos respecto de factores hasta ahora aceptados de manera incuestionable, factores  que habrían  de ir mucho más allá de las necesarias y urgentes modificaciones logísticas y organizativas en el terreno sanitario o de  la necesaria  exigencia de responsabilidades a las autoridades por los clamorosos errores, cuando no  por las criminales actuaciones dirigidas más por intereses ideológicos y electorales, decisiones que tanto mal han causado a la salud y seguridad de los españoles.

La cuestión que toda esta emergencia sanitaria y vital debiera movilizar muchos otros aspectos muchísimo más centrales y capitales.
 Me estoy refiero al replanteamiento personal de las columnas que conforman y sustentan la cosmovisión ideológica de una humanidad que habiendo dejado dejando el derecho natural lo ha sustituirlo por ese planteamiento democrático liberal que  a modo de dogma sitúa  la voluntad humana por encima de la voluntad divina, un planteamiento que niega el concepto de Verdad, con mayúsculas,  y lo sustituye por  la existencia de verdades, con minúsculas, derivadas de la voluntad y opinión de cada uno de los individuo. Un dogma este que asimila la voluntad, expresada a través de las urnas, con una verdad, de nuevo con minúsculas, inapelable que se considera por encima de la verdad que establece cada individuo y por supuesto por encima de un derecho natural o divino que niega y combate.

Ahora bien, esto a lo que acabamos de hacer referencia tan solo son los cimientos sobre los que se levantan los planteamientos político-ideológicos que dan forma a una sociedad que se ha vaciado de contenido, que se ha    vaciado al negar la realidad que da forma a las relaciones y supeditaciones que conforman la realidad de la comunidad política humana.
Siendo que la situación por la que atravesamos, y los aspectos que lleva aparejados, han de poner de manifiesto las mentiras y equívocos de unas ideologías apartadas de la realidad.

Todos esos falaces puntos hasta ahora aceptados y festejados con jolgorio son una serie de mitos que a modo de gigantes con pies de barro han caído frente unas circunstancias como las   que ahora golpean nuestras vidas.

El primero de esos mitos hasta ahora instalados en las mentes de esponja de los ciudadanos españoles es el mito de la globalización, un mito que se ha derrumbado en el momento mismo en qué por un lado ha puesto de manifiesto de que manera la generalización de la apertura de fronteras y la facilitación de las comunicaciones ha favorecido grandemente la extensión de la pandemia, de esta manera ha puesto de manifiesto que esta globalización  no  sirve más que para dar mayor poder a  las entidades internacionales, poder que les permitiría  imponerse a los estados nacionales haciéndoles esclavos de las entidades financieras supranacionales, las cuales sirviéndose de las desgracias y situaciones de emergencia, provocadas o no, darían créditos que supuestamente  tendrían como fin último solucionarlas  o paliar sus consecuencias, pero lejos de ello se convertirán en nuevas deudas que conformarán las cadenas que esclavizarán  los países-nación  y las pondrán al servicios de esas corporaciones financieras e industriales, así como  de las instituciones políticas internacionales que les sirven.

Pero esta crítica situación debería servir para que la población abriese de una vez los ojos y viese que otros dos planteamientos ideológicos considerados por la sociedad actual como principios inamovibles no son otra cosa que muestras del más pernicioso de los egoísmos, que es aquel que se disfraza de bien para los individuos de la comunidad social.

Estoy hablando en primer lugar del liberalismo, que es la mayor muestra de individualismo, y es así dado que nos presenta un planteamiento que aparta al sujeto de la consecución del bien común para la comunidad basando su actuación en principios individualistas dado que considera al sujeto como ente superior, ya sea al ver su voluntad individual como creadora de lo que es bueno o malo, positivo o negativo para la comunidad, esto lo hace en lugar de acercar a la Verdad y al bien común.

Para superar este individualismo egoísta que el liberalismo lleva aparejado se hace preciso retornar a los órganos naturales para a través de ellos poner en práctica una verdadera representación que lleve a cabo la búsqueda y aplicación del bien común a la organización social toda.
Los órganos naturales del ser humano son el núcleo familiar del que forma parte, el lugar donde vive: es decir el municipio o el barrio, y el gremio en el que trabaja y del que forma parte al igual que aquel que le emplea caso de que sea asalariado y trabaje para una empresa no dirigida por él.

Y las últimas falsedades que los españoles han de  considerar inaceptables es el socialismo y el marxismo, una ideologías que  se basan en el odio y el enfrentamiento, tienen su basamento ideológico  no en el bien común  sino en la lucha de clases , que es enfrentamiento entre  los  empleados y los empleadores, ya no pueden dividir entre   proletarios y capitalistas dado que los primeros han dejado de existir al haberse extendido una amplia clase media.
Es por ello que los socialistas y marxistas han buscado siempre sustitutos para mantener esa lucha de clases que les mantenía, se han fijado primero en los negros frente a los blancos, después a los inmigrantes frente a los oriundos del país y por último el feminismo radical hegemónico que enfrenta a hombres y mujeres. En todos estos casos siempre se vende a unos: negros, inmigrantes o mujeres como víctimas y a los blancos, oriundos y hombres como verdugos.

La última, y no por ello la menor, enseñanza que la población habría de obtener de una situación como la actual es la de comprobar que el sistema de partidos políticos  no hace otra cosa que enfrentar a unos españoles con otros con la única intención de hacerse con el poder y gobernar España desde la subjetiva ideología de la que están recubiertos.  El partido es algo absolutamente antinatural basado en intereses comunes, sean económicos, ideológicos o de otro tipo que desde el enfrentamiento pone de manifiesto la verdadera opinión de la mayoría de la población expresada a través de las urnas. Ahora bien, lo que   queda retratado así no es la  realidad puesto  que los partidos  políticos  son creaciones basadas no en una verdadera  representación de la población si no en cuestiones ideológicas e intereses económicos que nada  tienen que    ver con la realidad vital de los españoles. Como ya hemos señalado anteriormente la verdadera representación se ha de sostener en las unidades orgánicas cuales son la familia, el municipio o barrio y el gremio o sindicato.

Por desgracia me temo que el grado de ceguera inducida por la ingeniería social hará que la practica totalidad de los españoles no vean realidades tan claras como las que acabo de presentar.