sábado, 13 de abril de 2019

Reconocer la "igualdad" trans, un nuevo ataque contra la esencia del ser humano.



                                                                           

No hay que ser ningún lince para anticipar cuales van a ser los próximos pasos en el camino que las élites han marcado e impuesto a sus servidores para destruir las sociedades y la civilización occidental.
Estamos ante un camino que tiene como meta última acabar con la particularidad misma del ser humano, atacando para ello la diferenciación complementaria y enriquecedora de los sexos, pues sin esta diferenciación y esa complementariedad el ser humano, que es intrínsecamente sexuado, pierde la esencia misma de su ser.
El camino marcado por las élites es un instrumento del que estas se sirven para demoler lo más íntimo de la realidad humana, buscando con ello destruir la célula básica de la sociedad que es la familia y de ese modo acabar con la sociedad humana misma. Buscan reducirla a un mero conglomerado de esclavos vacíos de afectos y sentimientos, sometidos exclusivamente a sus tiránicos designios.

Y si al comienzo de esta entrada señalé que para nada es complicado conocer cuales son los pasos a los que vamos a asistir en las sociedades europeas, y en la española muy en particular, es debido a que ahora Europa no pasa de ser una mera caja de resonancia, un campo de pruebas de las corrientes sociales y políticas contrarias a la realidad humana, completa y diferenciada, así como de la plasmación legislativa que se desarrollan en los E.E.U.U.

Para tomar consciencia de todo lo que acabamos de señalar basta con referirnos a todo el tema de la ideología de género, el feminismo radical, los micromachismos, el lenguaje inclusivo, los derechos reconocidos a la comunidad LGTB, etc.
Todas estas cuestiones tuvieron su origen y aplicación en las universidades estadounidenses del medio oeste, extendiéndose posteriormente a las canadienses.
 Después de haber sido interiorizadas por la denominada comunidad universitaria norteamericana y plasmada en planteamientos y discursos ideológicos supuestamente intelectuales pasaron a tomar forma en la legislación de gran parte de Estados de U.S.A. y de Canadá.
La progresía, imbuida de esa pretendida superioridad moral que se abroga, así como la adoración moderna de todo aquello que suene a nuevo y que rompa con la moral tradicional hizo el resto.

Europa a partir de 1945 se ha convertido en una colonia cultural de los Estados Unidos, una tierra y una población que desde entonces reniega de su identidad filosófica, política y religiosa. Una Europa que no hace otra cosa que repetir, como si de un loro se tratase, todas y cada una de las ocurrencias surgidas de las mentes “progresistas” de las élites oscuras que se sirven de las universidades norteamericanas.

Así ha ocurrido con la ideología de género, el mayor y más peligroso ataque que ha padecido y aún padece la humanidad occidental al trastocar la esencia misma del ser humano.

                                                            
Pero Europa, y España en particular, ha resultado mucho más afectada por semejantes patrañas que las mismas naciones en las que se había originado el virus. Y esto ha sido así dado que al haber abandonado Europa su identidad religiosa y haber dado la espalda a todo aquello que suene a Cristo, nuestro continente se ha privado de todas las defensas inmunitarias que la protegían de tan virulentos ataques.

Pues bien, Tras todos estos dislates relacionados con la ideología de género se ha venido desarrollando desde hace un par de años  en las universidades norteamericanas, especialmente en las del medio oeste, algo que se ha plasmado no sólo en los centros universitarios sino también en institutos de estudios medios y superiores, algo que ha dado lugar a numerosas protestas por parte de padres  que se oponían a esta novedosa y disparatada derivación de la ideología de género y de los “derechos” de los trans, protestas más que lógicas que buscaban proteger la integridad física e incluso moral de sus hijas.
Me estoy refiriendo a un planteamiento según el cual los atletas masculinos que se identifican como niñas transgéneros, tendrían el derecho a competir en equipos deportivos correspondientes al sexo con el cual se identifican, es decir que niños o jóvenes podrían formar parte de equipos de niñas o chicas y  participar en competiciones femeninas.
Este nuevo dislate realmente ponzoñoso y ridículo se viene dando ya en algunas universidades y escuelas aunque sin el respaldo de una legislación que obligue a que se lleve a cabo.

Ahora quiero referirme a que en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos todos los demócratas, excepto uno, han patrocinado un proyecto de ley que exige que las escuelas permitan que todos aquellos atletas masculinos que se identifiquen como niñas transgénero puedan competir en equipos deportivos femeninos.

                                                               
Esta Ley de igualdad propuesta por los demócratas enmendaría la Ley de Derechos Civiles de 1964 con la intención de que las características de su orientación sexual e identidad de género estén protegidas por la ley federal contra la discriminación.
El proyecto de ley obligaría a las escuelas públicas a extender los equipos atléticos femeninos para que  incluyesen entre sus miembros a hombres biológicos que se identifiquen como niñas       transgénero.

Como era de esperar la izquierda que promueve y dirige la campaña de derechos humanos mostró un elogio total hacia el incalificable proyecto de ley antes mencionado.
Del mismo modo ha habido una fuerte oposición, a mi modo de ver más que justificada, a tan descabellado proyecto de ley. Los que se oponían argumentaron que las niñas transgénero tienen ventajas fisiológicas injustas sobre las cisgénero, palabro que utilizan para evitar llamarlas niñas normales, y que como consecuencia de ello dominarán todos los deportes competitivos de las mujeres”.

                                                                 

Pero desde mi punto de vista la cuestión va más allá de la mera ventaja física que sin duda tienen los transgénero sobre las niñas, y es que la convivencia que en esos ambientes deportivos se produce entre ambos sexos va claramente en detrimento del derecho de estas últimas a salvaguardar su intimidad.

                                                                    
Creo que cualquier persona con una mente medianamente normal que no se encuentre sometida a la dictadura de la ideología de género que forma parte fundamental de la dictadura del pensamiento único de lo políticamente correcto se dará perfecta cuenta del grado de estulticia y degeneración que tal planteamiento conlleva.

Pues con todo lo arriba expuesto mi tesis es que  todo el movimiento trans y en especial la implantación de estos en el deporte femenino será el próximo paso de  esta enloquecida carrera hacia el abismo que  es la ideología de género.

                                                                   


A todo esto, he nacido hombre pero me siento un helicóptero de ataque Apache, y nadie reconoce mi derecho a poder volar disparando misiles. Es una ironía claro.


                                                                           

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