La dictadura
de lo políticamente correcto, y la hipocresía de un victimismo que no hace otra
cosa que imponer la ideología de género pisoteando desde la mentira la libertad
se ha vuelto a manifestar. Todo ello gracias a que los medios de manipulación masivos han guardado un silencio cómplice sobre esta hipocresía fruto del fanatismo de esa
ideología de género y del movimiento LGTB.
En este caso
lo que destaca en especial es la contradicción, aunque ya sabemos que para
algunos, como los de Potemos, hay que “cabalgar las contradicciones” para
alcanzar los fines políticos perseguidos, aunque la realidad es que merced a ello esas
contradicciones muestren a las claras la falsedad de las posiciones ideológicas
que defienden.
La
contradicción en este caso aparece desde el momento en que el colectivo LGTBI aplaude que una, o une, transexual
haya ganado el certamen de miss
para representar a España en Miss Universo, concurso de belleza femenina
que yo sepa, y que a la vez ese mismo colectivo se oponga pública y radicalmente de modo abierto e histérico a que una actriz
heterosexual fuese a interpretar el
papel de un personaje transexual, oposición que finalmente ha conseguido que la
actriz en cuestión haya decidido abandonar ese proyecto cinematográfico por las
presiones recibidas.
Comenzaremos
haciendo referencia a esa primera noticia, que constituye un paso más en la
normalización de lo anormal, algo que ha sido rabiosamente aplaudido desde el
movimiento LGTB y desde esa progresía desnortada que pretende constituirse en
referente moral, si cabe utilizar este término para referirnos a ellos y a sus
posiciones, que señale lo que es aceptable y lo que no, lo que conduce al
progreso y lo que por el contrario es
fruto de un oscurantismo fascistoide que
va contra la libertad humana.
Me estoy
refiriendo a algo que debería haber disparado todas las alarmas al poner de
manifiesto hasta que grado de desnaturalización y depravación ha llegado la
sociedad española cuando una, o une, mujer transgénero llega a ser elegida, o
elegide, ganadora-e del concurso Miss Universe Spain 2018 celebrado en Tarragona
para elegir a quién ha de representar a
nuestra nación en el concurso Miss Universo, pobre España.
En
declaraciones al periódico ABC la susodicha nueva Miss Universe Spain, el
sevillano de 27 años operado y ahora denominado Angela Ponce, dejaba bien claro
hasta qué punto los que forman parte o trabajan para el movimiento LGTB son
conscientes de la importancia de estos pasos para lograr la implantación de un
mundo absolutamente desnaturalizado sometido a la dictadura de la ideología de
género.
Ella-el
declaró: “Estoy supercontenta por mí y por lo que este triunfo significa” lo
que claramente demuestra que esta victoria no es solamente ganar un certamen,
sino que es un avance en esa estrategia para implantar una sociedad multisexual,
que es lo mismo que decir asexuada pues no reconoce la naturaleza binaria de la
sexualidad.
De hecho, durante las celebraciones del “día
del Orgullo” fue a celebrar lo que denominó gran victoria del movimiento
LGTB.
Por el contrario,
los que gracias a Dios no formamos parte del colectivo LGTBI, parece que no somos plenamente
conscientes del avance estratégico que para la implantación de una cosmovisión
de ideología de género este hecho lleva aparejado.
Un claro
ejemplo de esto lo encontramos en el silencio y en la ausencia de críticas
respecto al episodio reseñado, pero la cosa va más allá, el mismo ABC
señala como el resto de las participantes se saltaron el protocolo
felicitándola-e en cuanto se la-le nombró en lugar de esperar a que fuese
coronada-e. Todas esas chicas, sometidas a a la dictadura de lo políticamente correcto, la
felicitaron sin cuestionar ni impugnar
el concurso dado que no se trataba de
una mujer la que había sido premiada, o premiado.
Ahora
señalaremos otro suceso que contrariamente al anterior fue enérgicamente
criticado por ese mismo movimiento LGTB, en este caso para nada fueron tan
respetuosos con la libertad humana.
Los hechos
son los siguientes, la actriz Scarlett Johansson en la película “Rub and Tug” iba
a interpretar el personaje de un chico transgénero, su evolución personal y física
durante ese periodo de “mutación quirúrgica y hormonal”.
En este caso
la manera victimista de actuar del movimiento LGTB se transmutó en una
agresiva e intolerante presión contra la actriz señalando que ese papel lo debería
representar una actriz transgénero y no una heterosexual, la presión se basó
nuevamente en el victimismo, por otro se jugó con el pensamiento políticamente
correcto y llegaron a cuestionar la moralidad, curioso que el movimiento LGTBI
hable de moralidad, del casting realizado puesto que no había ninguna actriz
trans entre las asistentes.
Finalmente
la actriz se vio superada por la presión recibida y optó por no llevar a cabo
la interpretación para la cual había sido elegida y que había aceptado llevar a
cabo. En una entrevista concedida a la revista “Out” la actriz señaló: “A la
luz de las recientes preguntas éticas planteadas en torno a mi casting como
Dante Tex Gill, nombre del personaje que iba a representar, he decidido
retirarme respetuosamente del proyecto.
Pero todo esto no quedó sólo en la renuncia
señalada sino que además se vio obligada
a ensalzar el hecho de haberse tenido que
renunciar y lanzar una suerte de canto laudatorio hacia
la comunidad “trans”, entre otras cosas señaló: “Aunque me hubiera
encantado la oportunidad de involucrarme en la historia y la transición de Dante, entiendo por qué muchos
sienten que debería ser retratado por
una persona transgénero, y estoy agradecida de que este debate, aunque
controvertido, haya desencadenado una conversación más amplia sobre diversidad
y representación en el cine”.
Añadió: “Creo
que todos los artistas deben ser considerados igual y justamente. Mi
productora, These Pictures, persigue activamente proyectos que entretienen y
empujan los límites. Esperamos con interés trabajar con cada comunidad para
llevar estas historias conmovedoras e importantes al público de todo el mundo”.
La fortaleza
del lobby LGTBI y el poder coercitivo del pensamiento políticamente correcto,
en el que va incluida la ideología de género, unidos a la inacción de las
personas y colectividades blancas y heterosexuales acercan cada vez más ese
Nuevo Orden Mundial sólo se podrá levantar acabando con las sociedades, con las
familias y con la complementariedad de los sexos innatamente constituidos.
Si nos
adaptamos a esta sociedad podrida es que estamos empezando a estarlo nosotros
también, sólo la lucha, al menos dialéctica, nos puede salvar.
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