Esa España
que fue luz de Europa se ha transformado en el estercolero de ese mismo continente
del que antaño fue ejemplo, y lo fue merced a una legislación y a unas
autoridades que se sometían a los principios morales de la Iglesia y a la
defensa del bien común por encima de la voluntad de mayorías o de los intereses
de determinadas minorías.
Es triste
para un español tener que reconocerlo, pero la verdad es verdad pese a que esta
sea silenciada.
Desde hace décadas nuestra patria se ha
convertido en una suerte de laboratorio en el cual la élite oscura globalista
internacional ha desarrollado toda una serie de experimentos sociales mediante
los que trata de comprobar hasta qué punto en una sociedad se pueden llevar a
cabo cambios legales o sociales fundamentales y que estos sean aceptados por la
población sin que esta reaccione.
Esos principios a los que se refieren
conforman la identidad de las sociedades occidentales que, lo quieran o no,
tienen un basamento cristiano, son el mayor de los obstáculos que encuentran los
planes globalistas y masónicos de ese Nuevo Orden Mundial que la élite en la
sombra trata de implantar a nivel planetario.
Es por ello que esa élite globalista trata de encontrar
cual es la mejor forma en que las sociedades occidentales, especialmente las
europeas, renieguen de sus principios y desde esa apostasía abracen unos
principios que lejos de someterse y abrazar lo divino, y lo humano en tanto que
imagen de Dios, se reúnan en torno a la divinización del hombre y nieguen la
voluntad divina sometiéndola a la del ser humano.
Alcanzar
este propósito no es para nada una empresa sencilla puesto que ha de tenerse en
cuenta que se trata de transformar la mentalidad de individuos incardinados en
sociedades que levantan su identidad sobre más de cien siglos de cristianismo.
Esta es la
razón por la que los que aquellos que persiguen la implantación de una
organización social basada en antivalores que lleven a una mentalidad liberal sometida
exclusivamente a la voluntad del individuo y a las leyes que esta voluntad haya
establecido precisan de una estrategia bien establecida derivada de
planeamientos que se establezcan poco a poco antes de ser aplicados de manera
general.
Y es en ese
punto en el que España ha pasado nuevamente a ocupar un puesto preponderante,
pero desgraciadamente en esta ocasión al servicio del mal, al haberse
convertido en el laboratorio en el cual la élite oscura experimenta para hallar
las estrategias precisas que permitan implementar los cambios sociales y
personales que antes hemos referido.
Esta
experimentación se concreta en la aplicación de una suerte de ingeniería social
que se ha puesto a prueba en nuestro país para comprobar que esa metodología,
la ingeniería social referida, es realmente útil para promover la implantación
de los antivalores en las sociedades y naciones occidentales.
Es así que durante
las últimas décadas España ha sido víctima de un ataque continuado llevado a
cabo a través de una ingeniería social que para bien de la élite oscura y para
mal de España ha alcanzado todos los objetivos que los que la aplicaban se
habían marcado. Ha sido un éxito tal que ha destrozado hasta los cimientos todo
rastro de cristianismo en las leyes, en la moral social y en la concepción
misma de la colectividad humana.
España en
las últimas décadas ha pasado de ser la reserva espiritual de Occidente a
convertirse en la Sodoma y Gomorra modernas. Se ha convertido en el lugar de
Occidente en el que la conducta, entendida como el liberalismo lo hace, resulta
más laxa y en el que cualquier tipo de norma superior a la voluntad del
individuo es vista como un atentado a la libertad humana. Es por ello que la
moral ha pasado a ser vista como una suerte de cepo medieval.
La
ingeniería social de la que, hemos y continuamos siendo víctimas, comenzó ridiculizando
públicamente a través de los medios de comunicación, especialmente de la
televisión y el cine, todo aquel comportamiento o actitud que estuviese relacionado
con la moral o el pensamiento cristiano, muy especialmente si este tenía algún
tipo de conexión con actividades o posicionamientos tradicionales de la Iglesia
Católica.
Un segundo
paso, que coincidió temporalmente con el anterior, se llevó a cabo alagando y
promocionando las más bajas pasiones proponiendo tpdo ello a través de la
música, la televisión y el cine para de ese modo incluirlas en nuestra conducta
Una vez
rotos los anclajes más fuertes que puede tener una persona o una sociedad respecto
de su identidad las siguientes fases de esa ingeniería resultarán ya fáciles de
llevar a cabo.
Se han dado
pasos tales como la imposición del aborto, vendido bajo el eufemismo de
interrupción voluntaria del embarazo y levantado sobre falacias tales como que más
de 300.000 españolas se sometían anualmente a abortos ilegales con grave riesgo
para la vida de las mujeres, salvo aquellas con suficientes recursos económicos
como para ir al extranjero para abortar con garantías.
Otra falacia que se utilizó y se continúa
utilizando es decir que al abortar no se acababa con ninguna vida humana puesto
que en ese momento aún no se trata de una vida humana. Con esto se estaba
desarrollando una cultura de la muerte meramente utilitarista, la vida humana
es considerada en función de su utilidad como consumista o como productora, se
la ve no como un valor absoluto
creación de Dios como imagen y semejanza suya, si no como algo que, al volverse
molesto para la familia o para el Estado puede ser suprimida bajo otro
eufemismo, la muerte digna.
Durante
estos últimos años se viene dando un paso más, desde mi punto de vista el más
peligroso, es el que se refiere a la ideología de género, un paso que se podría
considerar una ingeniería social en sí misma.
Esta nueva inversión
subversiva es de tal calado que si consiguiesen implementarla en toda su
amplitud lograrían por sí misma dar al traste con la naturaleza del ser humano.
Ahora bien, lo que es cierto es que no se
podría alcanzar su éxito sin que previamente no se hubiesen dado los pasos
referidos al “matrimonio” homosexual y al movimiento L.G.T.B.I., con la
progresiva desvirtuación de la sexualidad natural que este movimiento lleva
aparejado.
La ideología
de género se sostiene sobre unos
principios derivados del freudomarxismo
de la Escuela de Frankfurt que
están siendo perfectamente utilizados
por ese feminismo radical que no deja de ser la carne de cañón de la que los teóricos de la ideología de género se
están sirviendo para implantar esa guerra de
sexos, enfrentamiento que es el primer
paso para enfrentar a hombres y mujeres y de esa manera acabar con la célula
básica de la sociedad que es la familia, dando la puntilla a la familia
heterosexual con descendencia y acabando de esa manera con la sociedad tradicional
natural sometida al designio divino.
La triste realidad
es que esta guerra de sexos ha sido plenamente instaurada en la sociedad que
nos ha tocado vivir, y lo está hasta el punto de que en la actualidad ambos sexos desconfían mutuamente,
llegando al punto de darse la espalda como manifestación defensiva.
Esto vendría
a reafirmar los planteamientos L.G.T.B.I., los cuales en la práctica defienden que
la realidad del comportamiento sexual humano no se ha de ver circunscrita al otro
sexo sino que su manifestación ha de ser vista tan solo como una opción y no
como una imposición natural
Lo que a su
vez daría lugar a la progresiva homosexualización del comportamiento individual
y social, se feminiza al hombre a la par que se masculiniza a la mujer.
Se promueve
el enfrentamiento intersexual considerándose la complementariedad emocional y
la atracción como una manifestación del dominio machista patriarcal sobre la
mujer para embaucarla y así someterla más fácilmente.
De este modo todo se vería reducido a la mera
atracción física y de ello se deduciría ver al otro como algo meramente instrumental,
todo lo que espiritualice o sublime la relación entre ambos sexos o los considere
como complementarios será rápidamente desacreditado por el feminismo radical que
los tildara de ser reflejo del patriarcado opresor.
Para llegar
a este enfrentamiento y mutua desconfianza el feminismo radical freudomarxista
se han servido del planteamiento marxista de la Lucha de Clases sólo que
variando los elementos constitutivos de esa lucha.
Desde el
planteamiento marxista la historia giraría en torno a un enfrentamiento entre trabajadores
explotados y empresarios explotadores, en el caso de la lucha de sexos la idea
sería similar en tanto que la historia bascularía alrededor de un enfrentamiento entre
explotadores y explotados, solo que en este caso los sujetos serían el hombre como explotador
y la mujer como explotada, una lucha entre el hombre culpable y la mujer
víctima, ambos situados en el sistema
patriarcal capitalista que somete a la mujer y que por tanto habría de
ser destruido por las féminas. Es así que a la mujer, bueno a una gran parte de
ellas, se las ha convencido de que son víctimas a la par que han pasado a
considerar al hombre como un potencial maltratador o violador.
Esta
victimización de la mujer ha tenido una plasmación en la legislación con la finalidad
de protegerla de esa supuesta agresión innata que forma parte del barón contra
ella.
Es este
punto en el que, como reacción a la situación legal que crea esa falacia de la
agresión natural del barón contra las féminas, el hombre al defenderse
internamente participa del enfrentamiento entre los sexos.
Y esto es
así ya que se ve inerme ante las posibles denuncias que contra él interpongan
sus esposas, compañeras o mujeres en general, y esto es así dado que en la
legislación actual, derivada de una concepción basada en la ideología de
género, la palabra del hombre no tiene
valor cuando se enfrenta a la de una mujer que le denuncia, de hecho la carga
de la prueba está invertida, pues en los casos de denuncia por maltrato,
agresión o abuso sexual es el hombre denunciado el que ha de demostrar que no
realizó el delito, en lugar de ser la denunciante la que deba aportar pruebas
que demuestren que ha sido el varón denunciado el que ha llevado a cabo el delito del que le acusa.
Esto tiene
unas repercusiones gravísimas sobre la vida del hombre denunciado, ya que caso
de ser denunciado perderá, no podrá optar a la custodia o no podrá ver a sus
hijos, la vivienda conyugal pasará a ser de uso exclusivo de la mujer pues los
hijos, que han sido puestos bajo la
custodia de la madre tienen derecho a un techo, y habrá de pasarle una cantidad
mensual a modo de colaboración económica en la manutención de unos hijos de los
que se les priva, y todo esto además aderezado por el estigma social de la
detención y de ser acusado de ser maltratador.
El caso es
que el hombre denunciado tan sólo por ello será automáticamente detenido y conducido
a los calabozos hasta que pase a disposición judicial, será privado del derecho
a la patria custodia compartida con tan sólo haber sido denunciado por malos
tratos, sin ser preciso que para ello que medie condena alguna.
Respecto a
este tema la ingeniería social lleva años en marcha a través de la histeria
levantada en torno a la denominada violencia machista o terrorismo machista, en
la cual a la par que se exageran los datos de agresiones de hombres a mujeres
se niega la misma existencia de los ataques de mujeres a hombres, casos no
recogidos siquiera en la ley de violencia de género, y el gran número de casos de
denuncias falsas, gran parte de las interpuestas.
un caso que deja bien a las claras hasta qué
punto se manipula y se moviliza desde la mentira a las mujeres que previamente
han sido victimizadas ha sido el tratamiento mediático y político del caso de
“la manada”.
En la
manipulación de este caso desde un principio participaron la práctica totalidad
de los medios de desinformación. Los cuales desde el primer momento evitaron tomar
en consideración cualquier dato distinto a la palabra de la víctima y ocultaron
cualquier otro que no inculpase a los denunciados, poniendo en marcha un
discurso lacrimógeno que situaba a la mujer como un ser de luz imposibilitada
para mentir, rompieron de manera flagrante la presunción de inocencia de los
denunciados que desde el principio fueron calificados de violadores, ni
siquiera tuvieron en cuenta la la
posibilidad de que hubiese sido una relación consentida. Según los medios la
chica no podía tener razón para mentir, aunque a mí se me ocurren mil.
Todo este
montaje mediático ha llevado a la exacerbación de los sentimientos feministas
que los ha acercado al feminismo radical.
A partir de
ahora tanto el gobierno popular como el socialista han manifestado que se
llevarán a cabo cambios legislativos consecuencia de la reacción histriónica
dirigida de la calle, serán unos cambios que agudicen aún más la indefensión
del hombre y que terminará por romper la independencia judicial, siendo la ley
sólo aceptable si lleva a la supremacía femenina pues en caso contrario sería
una ley patriarcal y machista.
A no mucho
tardar lo que las feministas radicales denominan micromachismos (piropos, dejar
pasar primero a una mujer, ceder el asiento, etc.) pasarán a considerarse
delitos o faltas, siempre que la mujer manifieste que los ha percibido de
manera molesta o como agravio.
El hecho de
que hayan convertido a España en campo de pruebas de esa ingeniería social
contraría al derecho natural divino y humano no solamente está ha provocado un
daño inmenso en nuestra patria si no que nos ha convertido en una exportadora a
nuestros hermanos de América de un mal del que gracias a la acción de algunos y
el silencio de muchos hemos sido cocina y cocineros.
España ha roto con su histórica misión de ser
eje espiritual de la Hispanidad para convertirse en ejemplo del mal y
exportadora del derecho y la conducta contraria a la Cristiandad y de un
derecho al servicio del mal.
Todo esto,
con ser gravísimo, desgraciadamente es algo ya establecido en las sociedades
occidentales en general y europeas muy en particular, pero lo que ahora se nos
viene encima es el tiro de gracia que acabará con la moribunda identidad que da
forma a nuestra civilización.
Ahora se desarrolla lo que pondrá fin, a menos
que reaccionemos de modo inmediato, a nuestra realidad que conforma nuestra
identidad como civilización y como raza.
Por
desgracia ahora nos encontramos nuevamente con esa España que si antaño fue
creadora y defensora de la identidad cristiana ahora aparece colaborando activamente
con este proceso genocida que perfectamente ha establecido la élite globalista. Nos topamos con una clase
política que colabora con el mal y una población que desde el silencio cobarde
de también lo hace. Tanto pueblo como autoridades se pliegan al chantaje de lo
políticamente correcto o se venden al poder financiero que la élite controla.
Y por último
nos encontramos con el hecho de que esa misma España que salvo a Europa de la
agresión islámica, esa España que venció en Lepanto y llevando a cabo la
reconquista evitó que las tropas de la media luna invadiesen la Cristiandad,
ahora colabora, tanto por acción como por omisión, con esa nueva invasión
africana y musulmana que bajo el nombre de inmigración busca ocupar el
territorio europeo para de ese modo acabar con la identidad europea y con su especificidad
racial.
Se trata de
un genocidio, y lo es en tanto que esta política inmigracioncita pone fin a la
existencia de la población autóctona al buscar desplazarla y sustituirla por
otra, la desgracia es que sólo una pequeña parte de la población en peligro
parece tener conocimiento de lo que ocurre, y de esa pequeña parte sólo unos
cuantos están dispuestos a defender su identidad, su territorio y sus naciones.
Esta inmigración, verdadera invasión, debido a
la alarmante situación demográfica, provocada por la política abortista, por el
movimiento L.G.T.B. y por la ideología de género, hace imposible que se
produzca una sustitución generacional de la población nativa europea y dará
lugar a la sustitución poblacional a la que hemos hecho referencia, ocurre que los
ideólogos de este genocidio europeo se sirven de esta bajísima tasa de nacimientos
para justificar la entrada de millones de africanos en su mayor parte
musulmanes en nuestro continente.
Con la
finalidad de evitar que la población se dé cuenta de las verdaderas
consecuencias de la inmigración masiva e ilegal y pueda reaccionar presentando
una resistencia, en principio política, a
todo este proceso, la élite sirviéndose de los medios que controla, casi
todos, ha puesto en marcha por un lado un sentimiento de culpa hacia todo mal
que provenga de África y por otro un buenismo sentimentaloide que lleva a que
nadie se oponga a la invasión y a la par
nos obliga a ayudar a todo inmigrante,
aunque fruto de esa ayuda sea nuestra propia destrucción.
Fruto de este
ataque mediante la ingeniería social ha sido la desaparición de los anticuerpos
que permitían a la sociedad y a los individuos sobrevivir con cierta capacidad
de éxito a los peligros que la sociedad liberal modernista lleva aparejada.
La España
que antaño se puso al servicio del ideal cristiano levantando y manteniendo un
imperio que hablaba y rezaba en español ahora está siendo atacada y a la vez es
utilizada para expandir el globalismo liberal anticristiano, siendo por
desgracia el máximo exponente de una sociedad sometida a la ideología de
género.