La
muerte-asesinato en Londres de Ignacio Echevarría, ya conocido como “el héroe
del monopatín”, presenta tal cúmulo de aspectos oscuros y contradicciones que
más que levantar dudas respecto a la versión oficial, directamente nos lleva a
considerarla como falsa y plantearnos otra.
En primer lugar
vamos a señalar las contradicciones y aspectos sospechosos a los que nos hemos
referido:
1.- El
tiempo, exagerado, que tardaron las autoridades británicas en confirmar a las
familias y a la opinión pública que Ignacio se encontraba entre los fallecidos.
Nada más y nada menos que cuatro fueron los días que tardaron en hacer público
su fallecimiento. Recuérdese que en cuestión de horas fueron identificadas más
de 70 personas tras el atentado del 11M, estando los cuerpos afectados por
hondas explosivas, por metralla y habiendo sufrido la acción del fuego. Por
mucho que se nos diga que el retraso fue debido a los protocolos de la policía
y de la justicia británica no tiene sentido puesto que tras el caso del
atentado de Manchester las víctimas fueron rápidamente identificadas e incluso
los terroristas que se hicieron explotar lo fueron.
2.- No haber
permitido a los familiares durante esos días verificar visualmente si entre los
fallecidos se encontraba su familiar.
3.- Haber
sido realizada la autopsia del cadáver exclusivamente por un forense oficial británico, sin la asistencia de ningún
forense independiente encargado por la familia o por la legación diplomática
española.
4.- Haciendo
referencia también a la autopsia hay que añadir que una vez llegado a España al
cadáver de Ignacio no se le realizó una segunda autopsia por parte de las
autoridades españolas para de ese modo corroborar los resultados de la
realizada por las autoridades británicas.
5.- Las
declaraciones realizadas por los familiares del finado dos días después de
haber regresado a España señalando que Ignacio no fue asesinado defendiendo a
una mujer que estaba siendo acuchillada por los terroristas como hasta entonces
mantuvieron, sino que fue apuñalado intentando salvar a un policía que estaba
siendo acuchillado. Declararon que habían mantenido la versión falsa por miedo
(¿?) a que Ignacio pudiese sufrir algún tipo de agresión por parte de los
terroristas aún no detenidos.
6.- Falta de
concordancia entre las declaraciones de la familia cuando ya había regresado a
España y la de los amigos que acompañaban a Ignacio durante el incidente que le
costó la vida.
La
información que ahora se va a aportar no es para nada contradictoria u oscura,
más bien todo lo contrario, es clarificadora desde el momento en que aporta luz
respecto a lo que ha podido suceder realmente y se encuentra detrás de todo el
teatro que se nos ha vendido.
Se trata de
algo aparentemente trivial, pero como se verá resulta fundamental para entender
que pudo acontecer esa aciaga noche londinense, me estoy refiriendo al lugar
donde trabajaba y la función que realizaba en él.
Trabajaba en
el BSCH ( The Hong Kong and Sanghai Banking Corporation), la función que
desarrollaba era adaptar las directivas europeas bancarias contra la corrupción, el blanqueo y
la financiación del terrorismo. Vigilaba muy de cerca los movimientos de
grandes cantidades de dinero provenientes de Yemen, Líbano o Arabia Saudí.
Según los que lo conocieron era sumamente concienzudo, pero ante todo defendía
el trabajo que estaba haciendo y los datos que conseguía sin plegarse a
presiones de los directivos. Tal y como señala su amigo Paco “tiraba para
adelante sin dudar con lo que consideraba justo y adecuado, era un ejemplo”.
Con todo lo
hasta ahora descrito es lógico pensar que si Ignacio hubiese descubierto algún
chanchullo o relación con el terrorismo por parte del Reino Unido no se habría
plegado a las presiones de directivos del BSCH o de las autoridades británicas
para que guardase silencio respecto a esas actividades. Se podría haber
convertido en un peligro que habría de ser “neutralizado” por los servicios de
inteligencia de su graciosa (¿?) majestad.
Pero esto adquiere
mayor verosimilitud si tomamos en consideración que la mayor fuente del
terrorismo internacional se basa en la alianza imperial anglo-saudí, alianza
derivada del acuerdo Al-Yamamah suscrito por Londres y Riad en 1984.
Al-Yamamah
es el mayor fondo encubierto de los servicios de inteligencia tras la segunda
guerra mundial. Fondo amparado por la Ley de secretos oficiales de su Majestad
y las finanzas igual de impenetrables de la City londinense, zona a la que
diariamente acudía para trabajar Ignacio. Los movimientos económicos se
realizarían entre la City y los paraísos fiscales extraterritoriales no
regulados bajo dominio británico.
El acuerdo
de Al-Yamamah (que significa la paloma) es una alianza geoestratégica en la que
se establece una suerte de trueque de armas por petróleo que fue negociado por
el príncipe Bandar bin Sultán, entonces embajador de Arabia Saudí en Estados
Unidos, y la primera ministra británica Margaret Tatcher.
Debido tanto
a lo opaco de las operaciones bancarias como
al hecho de que uno de los participantes, Arabia Saudí, sea uno de los
países reconocidos internacionalmente como uno de los mayores apoyos al
terrorismo yihadistas, es más que posible que Ignacio, dada su función en el
BSCH, descubriese los manejos de los
hijos de la Gran Bretaña y se negase a
mirar para otro lado dejando que se mantuviese el status quo de apoyo al
terrorismo y de utilización de paraísos fiscales existente en la City.
Llegados a
este punto los que dominan las finanzas y se sirven del poder que el dinero
ilegal les proporcionan no podían permitir que nadie “metiera la nariz” y
pusiera en peligro el suculento a la par que vergonzoso negocio con Arabia
Saudí. Dada la rectitud de Ignacio y al ver que no se plegaba ni a sobornos ni
a chantajes los gerifaltes optaron por poner el asunto en manos del MI5, y es
ahí donde se desarrolla toda la operación que lleva a hacer desaparecer a
Ignacio. Y no olvidemos que el mejor lugar para esconder una botella es entre
otras botellas, lo mismo ocurre con un muerto.
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