Ahora que se
somete a votación en el Congreso de los diputados la exhumación de los restos
mortales del que fuera jefe del Estado, general Francisco Franco, para retirarlos
de su actual lugar de enterramiento en el Valle de los Caídos, hay que llevar a cabo
una precisión al respecto, una importante precisión que a mi modo de ver es
fundamental puesto que pone las cosas en su sitio al aclarar una realidad que
voluntariamente se oculta. Una verdad histórica que de conocerse por la opinión
pública haría más complicado apoyar una medida como la que en estos
días se pretende adoptar.
Me estoy
refiriendo a conocer sí la basílica y la cruz del Valle de los Caídos fue mandada
construir por Franco con la intención de que a su muerte se constituyese en
mausoleo faraónico para acoger sus restos o si no fue así. Pués en caso
contrario es fundamental saber de quién o quienes
partió la orden para que sus restos descansasen allí.
La primera
cuestión es conocer la intención de Franco con respecto a ser enterrado en el
Valle de los Caídos:
La contestación
a esta cuestión es muy sencilla pues los datos históricos no permiten duda alguna,
dejan meridianamente claro que Franco nunca tuvo tal intención, más bien todo
lo contrario, ya que en ningún momento de su vida manifestó intención alguna de
ser enterrado en el Valle. De hecho, ni siquiera expresó lo contrario pues ni siquiera tomó en consideración tal posibilidad.
Un hecho indica claramente lo señalado, pues el Generalísimo había levantado una tumba reservada para sí mismo en el panteón de la familia Franco en el Pardo, lugar donde hoy
reposan los restos de la que fue su esposa Dña. Carmen Polo.
Pero por si
aún quedase algún resquicio de duda hay un documento oficial editado por el
ministerio de Información y Turismo, calificado como Reservado y Secreto, que
se repartió entre los altos cargos del Régimen y representantes extranjeros que
acudieron a la inauguración del monumento.
En el
documento aparte de explicar las características arquitectónicas y constructivas
manifestaba las intenciones programáticas del mismo “como espacio de
enterramiento de las víctimas de los dos bandos y de reconciliación nacional”.
Lo que resultaba más clarificador era el no haber sido realizado como tumba propia, pues que de modo
claro y rotundo señalaba que no se contemplaba el lugar como espacio para el
futuro enterramiento de Franco.
A continuación,
vamos a reproducir el párrafo referido en su integridad:
“Así”., en
contra de lo que comúnmente se cree la decisión de enterrar a Franco en el
Valle de los Caídos, aún del modo más vago e indirecto. Es más, nadie que
conozca los planos de la Cripta, la Basílica o el Valle entero puede señalar el
menor indicio de que se haya previsto, siquiera lejanamente, un posible
emplazamiento donde en el futuro pudieran reposar los restos mortales del hoy Jefe
del Estado español”.
El segundo
aspecto que nos ocupa hace referencia a quién o quiénes fueron los que tomaron
la decisión y ordenaron que los restos mortales de Franco reposasen en el altar
mayor de la basílica del Valle de los caídos. La realidad es que fue el propio
Juan Carlos I el que firmó la orden al abad para enterrar a Franco en el Valle.
La decisión la tomaron el todavía Príncipe de Asturias y el entonces presidente
del gobierno D. Carlos Arias Navarro tras consultar y recibir la autorización de la familia
del finado.
Esta
decisión tomada por el entonces príncipe y el fallecido presidente del gobierno
fue un verdadero menosprecio hacia la voluntad de un muerto, un estadista recién
fallecido que a buen seguro habría tenido en cuenta la problemática que enterrarle
ahí tendría, como estamos viendo.
Y como ha quedado claro la consecuencia
directa de la decisión regia ha sido que desde que fue enterrado allí la cruz y la
basílica dejaron de ser consideradas como un monumento a la reconciliación para verse como un emblema de la imposición de media España sobre la otra media.
Realmente no
puedo afirmar que esa fuese la intención del Borbón, pero no me extrañaría nada
conociendo la afición del anterior rey a obedecer a Kissinger y a la élite
oscura y habiendo visto sus actuaciones con tal de mantenerse en la poltrona al
precio que fuese, juró leyes para al poco tiempo perjurar y organizó un golpe de
pacotilla para afianzar su monarquía, etc, etc.
Deseo
sinceramente que si finalmente deciden retirar del Valle los restos del
Caudillo lo hagan rindiéndole los honores de Estado y militares que se merece y se haga
llegar a la población la verdad histórica del porqué está ahí enterrado y quién
lo decidió.
Ojalá que
finalmente se cumpla la voluntad de Franco de descansar junto a los restos de
su familia y de que el Valle pueda ser un monumento para la reconciliación de
todos los españoles, y que no se convierta en la venganza de los que tratan de lograr por medio bastardos lo que perdieron en los campos de batalla.
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