En ocasiones
nos vemos sumergidos en conversaciones o discusiones en las que nos encontramos
con personas que sostienen opiniones basadas
en teorías supuestamente serias que presentan como transpersonales,
espirituales u holísticas, teorías que manifiestan ser fruto de una visión
profundamente liberadora de la mente y que acercan a la realidad trascendente del
ser humano, liberándolo supuestamente de la presión de
lo material y de la tradición. Presentan todas estas posiciones como visiones
innovadoras a la que muchos aún no variamos sido capaces de llegar.
Ante toda
esta palabrería, pues ese tipo de discurso no pasa de ser otra cosa, hemos de
tener en cuenta que aunque no se identifiquen como tales, pues la mayoría de
ellos ni siquiera lo saben, nos encontramos ante un seguidor del pensamiento
New Age.
Un
pensamiento que amén de erróneo y contradictorio para nada es moderno, de hecho
se basa en antiguas herejías medievales. Todo esto lo vamos a ver en esta
entrada.
Para tener
conocimiento de los puntos fundamentales en los que esta ideología pseudo se
sostiene, nos referiremos a esas
antiguas, aunque se las vistan de
novedosas, posiciones.
En primer
lugar nos referiremos al espiritismo, el espiritismo es básico en el
movimiento de la New Age, ya que como vamos a ver tiene por un lado en él su
origen, mientras que por otro en él se sostiene parte de su doctrina, a la par
que lo fomenta.
Con respecto
a su origen diremos que sus raíces se encuentran en la Sociedad Teosófica
fundada en 1875 en Nueva York por la rusa Helena Blavatsky, espiritista que
afirmaba haber recibido sus enseñanzas de unos seres espirituales, ”maestros
invisibles-seres ascendidos”. Apuntaremos que la Teosofía es la creencia o
pretensión de obtener un conocimiento de la divinidad mediante prácticas secretas, esotéricas u
ocultistas.
Hemos de
señalar que el espíritu que dicta a Alice Bailey, segunda dirigente de la
Sociedad Teosófica, el plan para conseguir llegar a la Nueva Era era el de un
tibetano, de ahí es de donde proviene la inclinación orientalista de la New Age.
Es muy
importante la promoción que se hace desde esta corriente del contacto con los
espíritus que ellos denominan “maestros invisibles”. Para los cristianos hay que
señalar que las prácticas espiritistas están prohibidas de forma expresa en la
Biblia, concretamente en el Deteuronomio 18, 9-12: “ No haya entre ti quién
consulte a los adivinos ni quién invoque a los muertos”.
En segundo
lugar se refieren mucho al panteísmo, que resulta ser uno de los
fundamentales puntos del credo de la Nueva Era al considerar el universo como a
Dios mismo, viendo en el cosmos a la divinidad. Una derivación de lo anterior
es que para los seguidores de la New Age Dios no es un ser personal, cada ser
humano forma parte de la naturaleza de Dios, el universo es concebido como el
mismo Dios.
Llegando a
afirmar que Dios incluye todo el Bien así como todo el Mal, cuestión esta que
no tiene ni pies ni cabeza pues Dios es el
Bien absoluto, y el Mal es tan solo la ausencia de este. Defender que Dios incluye tanto al
Bien como al Mal es tanto como defender que no se puede establecer ningún tipo
de juicio con respecto a la conducta
puesto que todo comportamiento se asemejaría a la divinidad, de ahí el mantenimiento
de la idea de negar la existencia del Bien y del Mal.
Para el
cristianismo el universo es una creación de Dios, no es Dios mismo. Para los
seguidores de esta nueva herejía Dios es una fuerza impersonal y anónima.
Siguiendo con este planteamiento, lo único que diferenciaría a Jesucristo del resto
de los hombres es el hecho de que El habría sido consciente de su
divinidad.
En tercer
lugar nos referiremos al monismo, derivado en parte del panteísmo, ya
que el monismo considera que todo es una misma cosa. Esto es erróneo desde una visión cristiana puesto que se
confunde el Creador con la creación, y de nuevo lleva a negar toda diferencia
entre el Bien y el Mal, ambos serían uno.
Otro punto
básico de esta corriente pseudo-espiritual es el sincretismo, según el cual
todas las confesiones religiosas son
consideradas como similares respecto a
una Verdad que en el fondo no reconocen como tal puesto que para ellos esta es
“relativa”. El ser humano escogería la que le resultase más útil. De hecho no
se exigiría adhesión o compromiso con ninguna religión en concreto, para ellos en el fondo
todas son una y deberían unificarse.
Pero lo
único cierto es que no pueden considerar una religiones que mantienen doctrinas
y preceptos no sólo contradictorios sino opuestos.
De todo lo
anteriormente señalado deriva el siguiente concepto, el relativismo moral:
Y es que una vez que se han negado todos los principios sobre los que se
sustenta cualquier afirmación todo pasa a ser considerado relativo, dependiendo
la realidad del juicio y voluntad del individuo.
Esta postura
lleva a la New Age hasta el extremo de negar cualquier diferencia entre el Bien
y el Mal. “El Bien y el Mal son una misma cosa”, llegan a decir.
Uno de sus
guías espirituales, Swami Vivekananda, claro exponente de la Nex Age, afirma
que: “Bien y Mal son uno mismo”.
Y el último
punto al que vamos a hacer referencia es el denominado quietismo: Se
basa en la raíz misma del budismo, buscando alcanzar un estado denominado “nirvana”,
en el cual el ser humano deja de sentir pasión, deseo o ilusión respecto del
mundo exterior. Busca la absorción en el cosmos a través de la destrucción del
ser humano. El quietismo está insertado totalmente en el relativismo puesto que
en último término considera el mundo exterior como una mera apariencia o
ilusión subjetiva.
La base de
todo este planteamiento pseudo-espiritual
es el relativismo moral, la negación de la existencia del Bien y el Mal,
considerar que la Verdad no existe pues todo es relativo y negar a Dios puesto
que nosotros y el cosmos sería ese dios.
Ahora que importado desde italia nos llegan todas las ideas "Evolianas" al movimiento patriota este articulo supone un buen punto de partida para descubrir la falacia al servicio del sionismo.
ResponderEliminarMuy buen aporte. Hacen falta más artículos en favor del rigor científico y en contra de las magufadas, dentro del ámbito identitario.
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