Hay toda una
serie de datos arqueológicos sobre los que se basan serios estudios científicos
de carácter histórico que ponen de relieve
que la mayor parte de la historia que se nos ha vendido sobre el pueblo de
Israel no pasa de ser una mera leyenda levantada y mantenida por este para
justificar la superioridad que afirman
tener sobre el resto de la humanidad. A la par, esa fantasiosa narración les
permite defender, para consumo interno y externo, un supuesto derecho divino
sobre la denominada tierra prometida.
Ahora bien,
los judíos, especialmente los sionistas y habitantes del Estado de Israel, vienen
dando la espalda a datos considerados irrefutables
por la comunidad científica de historiadores y arqueólogos, y lo ignoran puesto
que si la realidad saliese a flote todo el montaje sobre el que se sustenta la
mentira del autodenominado “pueblo elegido” se vendría abajo.
Lo cierto es
que desde la segunda mitad del siglo XIX los estudios y restos arqueológicos
vienen poniendo en solfa la leyenda judía. En Alemania se desarrolló entonces la
escuela crítica del Antiguo Testamento, cuya figura más destacada fue Julian Wellhausen, el cual desafió la veracidad de
los escritos bíblicos, hablamos siempre del Antiguo Testamento.
Wellhausen y
sus discípulos mantuvieron que la historiografía bíblica es en realidad un
invento, y que la historia de los hebreos como una secuencia de acontecimientos
que se inicia con Abrahán, Isaac y Jacob, que continúa con la esclavitud en
Egipto, sigue con el Éxodo y termina con la conquista de las tribus de Israel
en la tierra prometida no es en realidad otra cosa que una ordenación teológica
de ciertas leyendas tribales.
Como
reacción a las afirmaciones y a las teorías antes señaladas se desarrolló un
movimiento de historiadores que consideraba
la Biblia (Ant. Testm.) como un documento histórico, el principal
representante de esta corriente fue Albright. La arqueología bíblica
desarrollada por Albright y sus alumnos dio lugar a un gran número de extensas
excavaciones. Pero el resultado de estas fue muy distinto al pretendido ya que
ese exceso de hallazgos comenzó a minar la credibilidad histórica de las
descripciones bíblicas
Entre los historiadores y arqueólogos actuales
destacan algunos de la Universidad de Tel Aviv, como es el caso del profesor
del Departamento de Arqueología y estudios del Cercano Oriente antiguo de la University Tel Aviv Dr. Ze´ev Herzog,
una de las máximas autoridades mundiales en el estudio de los problemas que
surgen del estudio de la arqueología
bíblica.
Esta
eminencia publicó en 1999 un artículo que presenta toda una serie de
conclusiones basadas en su amplio bagaje arqueológico y en datos antes aportados por otros
reputados historiadores y arqueólogos. El artículo al que me refiero se titula
“Desconstructin the walls of Jericó”, en español: Deconsrucción de los muros de
Jericó.
En esta
entrada vamos a referirnos al contenido del artículo y a otros datos, de los cuales se deduce con claridad meridiana hasta qué punto hemos
estado y estamos sumergidos en un
fantasioso cuento que los judíos nos venden como cierto en beneficio
suyo y perjuicio nuestro.
Según nos
indica el profesor Herzog en su artículo, el primer problema que encontraron
los investigadores fue llegar a un acuerdo sobre cuál es el periodo
arqueológico que coincidía con la Edad Patriarcal: ¿Cuándo vivieron Abrahan, Isaac
y Jacob? y ¿cuando situar temporalmente la vida y muerte de los Patriarcas?.
Una cosa que
queda clara es que en los muchos documentos egipcios que han llegado hasta
nuestras manos no aparece mención alguna a la presencia de los israelitas en
Egipto, guardando silencio sobre cualquier acontecimiento relacionado con el
Éxodo.
Con respecto
a las localizaciones geográficas ni un solo lugar se ha encontrado como coincidente con el
relato bíblico.
El tan
cacareado Éxodo no fue otra cosa que el viaje de unas cuantas familias,
importante en su historia privada, que se amplió y “nacionalizó” para dar una
identidad al pueblo , que no eran otra
cosa que un pequeño grupo de pastores a los que el faraón a causa del hambre
que estos pastores padecían les
permitió vivir en un pequeño
territorio del bajo Egipto. No fueron ni mucho menos esclavos.
Posteriormente fueron expulsados de esa
pequeña zona debido a que cuando el ganado se fortaleció y los hebreos
prosperaron económicamente trataron de ocupar el poder en el país y causaron
numerosas revueltas.
El Éxodo del
pueblo de Israel que figura en la Biblia
no es otra cosa una historia inventada
para cubrir la vergüenza de haber sido expulsados de Egipto debido a su
soberbia y traición. Además con eso movían la estrategia de la victimización,
¿les suena a algo?.
Otro punto
fundamental que da forma a la historia
del pueblo de Israel se refiere a como la tierra de los cananeos fue
conquistada por el pueblo hebreo. Sin embargo han surgido problemas para corroborar esto dado que no se
han encontrado evidencia arqueológica alguna de esta historia. Se realizaron
repetidas excavaciones en Jericó y Haí, las dos ciudades cuya conquista se
describe con mayor detalle en el libro de Josué, demostrando ser muy
decepcionantes los resultados pese a los esfuerzos de los excavadores. Se supo
que al final de la edad de bronce , que
es el periodo de tiempo acordado entre los especialistas para situar la conquista no había ciudades, ni por tanto paredes que
pudiesen ser derribadas en edificios.
Los
hallazgos arqueológicos contradicen de forma evidente las imágenes bíblicas:
puesto que de haberlas, las ciudades cananeas no eran grandes, no fueron
fortificadas y menos aún tenían altísimos muros como señala el Antiguo
Testamento.
No hay
evidencia alguna de la salida de Egipto de una gran masa de personas ni de la
travesía por el desierto.
La pregunta
es ¿Quiénes eran esos israelitas? Pues la historia de la conquista de ciudades fortificada ha sido refutada.
Los
hallazgos arqueológicos si corroboraron que en la Edad del Hierro , que
comienza después del 1200 a C, que se considera coincide con el “periodo de
liquidación” aparecieron cientos de pequeños asentamiento en la región
montañosa central de la tierra de
Israel.
Se trataba
de pobladores que eran pastores que deambulaban en esa zona durante la Edad de
Bronce tardía, se han encontrado tumbas sin asentamientos.
El nombre
Israel aparece en un solo documento egipcio, de la época deMerneptan, rey de Egipto que data de
1208 a. C.
Merneptah a
la zona por su nombre en cananeo mencionando varias ciudades del reino junto a
un grupo étnico no urbano, grupo de
población que residía en Canaán hacia el final de la Edad de bronce, en la
región central de la colina.
Ahora
haremos referencia al periodo que la Biblia señala como el culmen del poder
político, militar y económico del pueblo de Israel, el de la “monarquía unida”
de David y Salomón, el supuesto imperio que controlaba toda la región oeste del
Eufrates (Desde Tifsa hasta Gaza). Pues no parece que fuese así, ya que las
numerosísimas excavaciones arqueológicas muestran hallazgos que ponen de manifiesto
nos muestran que los proyectos de construcción
atribuidos a este periodo eran pobres tanto en su poder como en su
alcance.
Las
descripciones que aparecen en el Antiguo Testamento son las exageraciones propias de una población de pastores trashumantes, que
consideraban cualquier construcción como
un gran palacio o una población enorme. Siendo esto así la situación según las numerosas
excavaciones realizadas no se han encontrado restos de edificios desde el periodo de la monarquía unida, sólo
unos restos de cerámica, quedando claro que Jerusalén en la época de David y
Salomón era una ciudad pequeña dotada quizá con una pequeña ciudadela, no era
desde luego la capital de un imperio tal y como se describe en la Biblia.
David y
Salomón habrían sido los gobernantes de reinos tribales que controlaban
pequeñas áreas. El primero se localizaría en Hebrón y el segundo en Jerusalén,
por tanto la gran monarquía unida no pasaría de ser una imaginación.
Ahora trataríamos
un tema fundamental pues desmitificaría la relación divina del pueblo judío.
Inscripciones
en hebreo antiguo encontradas en diversas excavaciones se refieren a dos deidades: Jehová y su
consorte Asera, de hecho les adoraban y enviaban bendiciones en nombre de la
pareja.
Los
estudiosos plantean que muy posiblemente el monoteísmo como religión oficial
sería una innovación del reino de Judea, tras la destrucción del reino de
Israel.
No es de
extrañar que los judíos en general hayan
hecho siempre oídos sordos a estas informaciones que aportan los restos
arqueológicos y presenta la historia ya que son un verdadero golpe a todos los
fundamentos de la identidad de Israel.
A un pueblo
tan soberbio y falsamente orgulloso como el israelí no le debe ser agradable ver caer uno tras otros todos sus mitos: La
heroica población eran meros pastores, la esclavitud en Egipto no fue tal, las
grandes fortalezas fueron pequeñas construcciones, la monarquía conjunta de David y Salomón no pasaban de ser pequeñas
construcciones con poco poder.
Y por último
que esos gloriosos pastores eran politeístas que adoraban a Jehová y a su
esposa Asera.
Isrrael, un pueblo que acomplejado por su insignificancia, se hizo esclavo de sus ilusiones de grandeza
ResponderEliminarAbsolutamente de acuerdo, ojalá la población en general se diese cuenta de ello y se valorasen como pueblos y naciones.
EliminarIsrrael, un pueblo que acomplejado por su insignificancia, se hizo esclavo de sus ilusiones de grandeza
ResponderEliminarSaludos. Mi pregunta es , que hacemos con la biblia la descartamos como como verdad? josesole1@hotmail.com
ResponderEliminarIosef, desde mi punto de vista hay que diferencial claramente entre el Nuevo y el Antiguo Testamento, el Antiguo en gran medida no pasaría de ser una mera mera reproducción de las legendas de tribus árabes nómadas. El Nuevo Testamento es algo absolutamente distinto, de hecho mientras Yaveh es un dios sanguinario y cruel el Dios del Nuevo es el Dios que propugna el amor y el perdón, son dos dioses distintos.
EliminarEs una opinión absolutamente subjetiva.