Hemos de ser capaces de sobreponernos a apoyar cualquier causa por el mero hecho de envolverse de sentimentalismo y que oculte otro interés. Es preciso que analicemos las
cosas con un mínimo de cabeza, pues en caso contrario podremos estar causando
un mal mayor que el bien que pretendemos realizar, y más pronto que tarde nos
arrepentiremos de haber colaborado en
causas que el corazón nos movió a apoyar.
En este
momento histórico el buenismo se ha disparado en la sociedad europea en todo lo
referente al tema de los “refugiados”, hablo de buenismo y no de bondad.
Es así que los otros nos echarán en cara que
no es muy cristiano, siquiera humano, oponerse a que los denominados refugiados
entren en nuestras naciones y reciban nuestro apoyo humano, social, económico y
sanitario. Es por ello hemos de tener bien clara la cuestión, y aquí vamos a presentar
una serie de razones, todas ellas de peso, por las cuales nuestra actitud
con respecto al tema de los refugiados debe marcar una clara negativa a su
acogida.
Estas
razones que se van a presentar y explicar deberán servir también para que
aquellos que nos rodean tomen plena conciencia de la realidad ante la que
verdaderamente nos enfrentamos cuando abordamos este problema.
Es cierto
que hay que hacer caso al corazón y movernos por la humanidad. Eso es cierto,
pero lo que no debemos hacer es dejarnos arrastrar por un buenismo elaborado por una élite que se sirve
del sentimentalismo para manipularnos. El ser humano está compuesto de corazón pero también de
cabeza, y los dos han de participar en la toma de decisiones.
Llegados a este momento pasamos
a enumerar esas serias razones que hemos de tomar en consideración si no
queremos caer en las garras del pensamiento políticamente correcto que da forma
al buenismo:
La primera
cuestión que servirá para conformar una opinión informada será tener en
consideración que según los datos facilitados por el Alto Comisionado para los
refugiados (ACNUR) el 75% de los “refugiados” que pretenden instalarse en
Europa son hombres, mientras que sólo el 12 son mujeres y el 13 niños.
A la hora de
formarnos un juicio es preciso tener claro que la inmensa mayoría de ese 75%
está en edad militar, y la práctica totalidad en condiciones de luchar. Pero en
lugar de quedarse en su Patria combatiendo contra los que destrozan su país,
aniquilan su patrimonio asesinan y torturan a sus familias y conciudadanos
optan por venir a Europa a vivir de subsidios o buscando niveles elevados de
vida, no sólo escapando de la guerra y del terror.
Otro punto a
tener en cuenta surge en parte de la anterior información. Dado que la razón
que esgrimen estos “refugiados” es escapar de una situación de guerra,
persecución y peligro inmediato de muerte ¿Cuál es entonces la razón por la cual abandonan
su país dejando a sus familias en esas situaciones que aducen.?
En este
sentido no hay que olvidar que son muchas la mujeres que se han quedado en
Siria e Irak luchando contra los criminales de Daesh, y lo hacen integradas en
las milicias kurdas, cristianas, en las de Ezbollá o en el mismo ejército regular sirio en el de Irán o en el
de Irak.
En lugar de
ello, esos hombres y jóvenes en edad de luchar han optado por escapar dejando a sus mujeres luchando y poniendo en
grave peligro la vida de sus hijos tratando de alcanzar las costas europeas .
Otro aspecto
que es ocultado por los mass media y por los contertulios televisivos y
radiofónicos, dado que no es políticamente correcto hablar de ello, es el hecho de que, y utilizamos
datos que aporta la U.E., sólo el 21% de los “refugiados” son sirios, es decir
que tan solo 1 de cada 5 proceden de Siria. La Unión Europea registró entre
abril, mayo y junio 213.000 llegadas, de las cuales sólo 44.000 huían de la
guerra de Siria.
De todo lo
anterior se desprende que resulta mucho más importante alcanzar una alta
calidad de vida, y si es a cargo de las arcas públicas de los países de acogida tanto mejor, que
defender su Patria, en la que tampoco tenían un nivel de vida bajo que
digamos hasta que se inició la guerra y
el terrorismo contra el que habrían que luchar.
Para
conformar una opinión medianamente acertada es preciso conocer que esas
personas que reciben la denominación de refugiados no son tales, puesto que por
su origen, antes referido, no provienen en su mayoría de países en zonas en guerra o sometidas a persecución
o terrorismo sino que buscan mejorar sus condiciones económicas o de vida,esto les convierte en inmigrantes económicos pero nunca en refugiados. Además nos encontramos con que el caso que nos ocupa es de un gran sibaritismo, pues esos supuestos refugiados sirios, una gran
parte de ellos se encontraban establecidos en Turquía, atraviesan ocho países, en los que en ninguno hay guerra ni sufren
persecución, buscando afincarse en Alemania o en los Países nórdicos rechazando cualquier otra opción.
La inmensa mayoría de los que reciben la denominación de refugiados no son tales sino inmigrantes económicos, ya que la legislación internacional señala que: “una persona con el estatuto de refugiado perderá esta condición cuando cruce un segundo país en paz”.
Lo lógico por tanto sería que fuesen los países limítrofes o más cercanos los
que los acojiesen, y no Alemania o los países nórdicos como intentan conseguir
para vivir de las ayudas sociales que estas naciones destinan a los verdaderos refugiados.
Respecto a
la acogida de estos refugiados tan sui generis parece que tan solo Europa
tuviese obligación de ser solidaria, mientras que los riquísimos países
árabes se mantienen al margen aun compartiendo una misma, fe y costumbres con
esos refugiados-inmigrantes.
La
problemática económica y de empleo por la que atraviesan las sociedades
europeas no es favorable para añadir a la población ya existente una cantidad
de nuevos receptores de ayudas sociales, por muy pequeña que esta cantidad sea.
El problema
de la seguridad referido al asunto del acogimiento de refugiados-inmigrantes
económicos afecta a varios campos.
Por un lado
está el peligro de que en la incontrolable marea humana que se cierne sobre
Europa se cuele también yihadistas con intención de realizar atentados o de
constituir células-durmientes, tal y como lo
han señalado los servicios de información occidentales, algunos de los que trafican con inmigrantes o lo que ha señalado el mismo
Daesh.
Por otro nos
encontramos el peligro de una delincuencia propia de unas personas que se
encontrarán sin un trabajo y con un enfrentamiento cultural que terminará por
crear rencor hacia una sociedad, la europea, que no ha colmado sus altas e irreales expectativas.
Y por último
la creación de ghettos en los que los
inmigrantes-refugiados se juntarán para, junto a los suyos, sentirse miembros de
una identidad que con el abandono de sus países de origen han perdido. Esto
unido a no haber logrado las altas expectativas que traían creará un rencor
contra la sociedad occidental que dará
lugar a un caldo de cultivo perfecto para radicalizar a los musulmanes en
general y convertir en yihadistas a los ya radicalizados.
La cuestión
laboral es algo que no debe de ser pasada por alto, ya que un aumento de la oferta lleva aparejada una
disminución de los salarios, pero si a esto le sumamos que en esa oferta se
incluyen personas que piden un nivel muy inferior de salario al existente la
cuestión se agrava aún más.
En
definitiva que a la hora de afrontar el tema de los “refugiados” no se trata de
tener más o menos corazón o más o menos caridad, se trata de disponer de más o
menos información y ser capaz de afrontarlos sin apriorismos.
Pero todo esto que ocurre no acontece por casualidad, si Europa lleva décadas siendo objeto de una verdadera invasión de inmigrantes ilegales procedentes en su mayoría del África subsahariana y de los países musulmanes, y ahora es objeto de esta marea de "refugiados" es por algo.
En la primera mitad del siglo pasado se implementó el Plan Kalergi, el cual pretendía acabar con la raza blanca en nuestro continente para de este modo poder someterlo, pues la raza blanca europea no se deja conquistar ni dominar tan facilmente. Lo que este plan busca es acabar con la población originariamente europea mediante una invasión-inmigración que iría desplazando a los blancos de nuestro continente o favoreciendo un mestizaje que acabaría con esa resistencia ya que la población resultante carecería de una identidad cultural clara y de una realidad racial resistente.
En el fondo tanto inmigrantes que tratan de llegar a Europa como los europeos que nos vemos obligados a recibirlos somos víctimas de una estrategia que la élite pone en marcha para que se lleve a cabo el plan Kalergi. Los que están en la cúspide del poder en la sombra provocan hambrunas, crean guerras y dan lugar a grupos terroristas que empujarán a cientos de miles de personas hacia Europa para evitar el hambre, el sufrimiento y el terror.