jueves, 24 de diciembre de 2015

La realidad de los refugiados.


                                             

Hemos de ser capaces de sobreponernos a apoyar cualquier causa por el mero hecho de envolverse de sentimentalismo y que oculte otro interés. Es preciso que analicemos las cosas con un mínimo de cabeza, pues en caso contrario podremos estar causando un mal mayor que el bien que pretendemos realizar, y más pronto que tarde nos arrepentiremos de  haber colaborado en causas que el corazón nos movió a apoyar.
En este momento histórico el buenismo se ha disparado en la sociedad europea en todo lo referente al tema de los “refugiados”, hablo de buenismo y no de bondad.
 Es así que los otros nos echarán en cara que no es muy cristiano, siquiera humano, oponerse a que los denominados refugiados entren en nuestras naciones y reciban nuestro apoyo humano, social, económico y sanitario. Es por ello hemos de tener bien clara la cuestión, y aquí vamos a presentar una serie de razones, todas ellas de peso, por las cuales nuestra actitud con respecto al tema de los refugiados debe marcar una clara negativa a su acogida.
Estas razones que se van a presentar y explicar deberán servir también para que aquellos que nos rodean tomen plena conciencia de la realidad ante la que verdaderamente nos enfrentamos cuando abordamos este problema.
Es cierto que hay que hacer caso al corazón y movernos por la humanidad. Eso es cierto, pero lo que no debemos hacer es dejarnos arrastrar por un buenismo elaborado por una élite que se sirve del sentimentalismo para manipularnos. El ser humano está compuesto de corazón pero también de cabeza, y los dos han de participar en la toma de decisiones.
Llegados a este momento pasamos a enumerar esas serias razones que hemos de tomar en consideración si no queremos caer en las garras del pensamiento políticamente correcto que da forma al buenismo:

La primera cuestión que servirá para conformar una opinión informada será tener en consideración que según los datos facilitados por el Alto Comisionado para los refugiados (ACNUR) el 75% de los “refugiados” que pretenden instalarse en Europa son hombres, mientras que sólo el 12 son mujeres y el 13 niños.

                                                      

A la hora de formarnos un juicio es preciso tener claro que la inmensa mayoría de ese 75% está en edad militar, y la práctica totalidad en condiciones de luchar. Pero en lugar de quedarse en su Patria combatiendo contra los que destrozan su país, aniquilan su patrimonio asesinan y torturan a sus familias y conciudadanos optan por venir a Europa a vivir de subsidios o buscando niveles elevados de vida, no sólo escapando de la guerra y del terror.

Otro punto a tener en cuenta  surge en parte de la anterior información. Dado que la razón que esgrimen estos “refugiados” es escapar de una situación de guerra, persecución y peligro inmediato de muerte ¿Cuál es entonces la razón por la cual abandonan su país dejando a sus familias en esas situaciones que aducen.?
En este sentido no hay que olvidar que son muchas la mujeres que se han quedado en Siria e Irak luchando contra los criminales de Daesh, y lo hacen integradas en las milicias kurdas, cristianas, en las de Ezbollá o en el mismo  ejército regular sirio en el de Irán o en el de Irak.                                   


En lugar de ello, esos hombres y jóvenes en edad de luchar han optado por escapar  dejando a sus mujeres luchando y poniendo en grave peligro la vida de sus hijos tratando de alcanzar las costas europeas .

                                                            


Otro aspecto que es ocultado por los mass media y por los contertulios televisivos y radiofónicos, dado que no es políticamente correcto hablar  de ello, es el hecho de que, y utilizamos datos que aporta la U.E., sólo el 21% de los “refugiados” son sirios, es decir que tan solo 1 de cada 5 proceden de Siria. La Unión Europea registró entre abril, mayo y junio 213.000 llegadas, de las cuales sólo 44.000 huían de la guerra de Siria.

                                                      

De todo lo anterior se desprende que resulta mucho más importante alcanzar una alta calidad de vida, y si es a cargo de las arcas públicas de los países de acogida tanto mejor, que defender su Patria, en la que tampoco tenían un nivel de vida bajo que digamos hasta que se inició la  guerra y el terrorismo contra el que habrían que luchar.

                                                      


                               

Para conformar una opinión medianamente acertada es preciso conocer que esas personas que reciben la denominación de refugiados no son tales, puesto que por su origen, antes referido, no provienen en su mayoría de  países en zonas en guerra o sometidas a persecución o terrorismo sino  que buscan mejorar sus condiciones económicas o  de vida,esto les convierte en inmigrantes económicos pero nunca en refugiados. Además nos encontramos con que el caso que nos ocupa  es de un gran sibaritismo, pues  esos supuestos refugiados sirios, una gran parte de ellos se encontraban establecidos en Turquía, atraviesan ocho países,  en los que en ninguno hay guerra ni sufren persecución, buscando afincarse en Alemania o en los Países nórdicos rechazando  cualquier otra opción. 
La inmensa mayoría de los que reciben la denominación de    refugiados no son tales  sino inmigrantes económicos, ya que la legislación internacional señala que: “una persona con el estatuto de refugiado perderá esta condición cuando cruce un segundo país en paz”.

  Lo lógico por tanto sería que fuesen los países limítrofes o más cercanos los que los acojiesen, y no Alemania o los países nórdicos como intentan conseguir para vivir de las ayudas sociales que estas naciones  destinan a los verdaderos refugiados.

                                                         


Respecto a la acogida de estos refugiados tan sui generis parece que tan solo Europa tuviese obligación de ser solidaria, mientras que los riquísimos países árabes se mantienen al margen aun compartiendo una misma, fe y costumbres con esos refugiados-inmigrantes.
La problemática económica y de empleo por la que atraviesan las sociedades europeas no es favorable para añadir a la población ya existente una cantidad de nuevos receptores de ayudas sociales, por muy pequeña que esta cantidad sea.
El problema de la seguridad referido al asunto del acogimiento de refugiados-inmigrantes económicos afecta a varios campos.
Por un lado está el peligro de que en la incontrolable marea humana que se cierne sobre Europa se cuele también yihadistas con intención de realizar atentados o de constituir células-durmientes, tal y como lo  han señalado los servicios de información occidentales, algunos de los que trafican con inmigrantes o lo que ha señalado el mismo Daesh.
Por otro nos encontramos el peligro de una delincuencia propia de unas personas que se encontrarán sin un trabajo y con un enfrentamiento cultural que terminará por crear rencor hacia una sociedad, la europea, que no ha colmado sus altas e irreales expectativas.
Y por último la creación de ghettos  en los que los inmigrantes-refugiados se juntarán para, junto a los suyos, sentirse miembros de una identidad que con el abandono de sus países de origen han perdido. Esto unido a no haber logrado las altas expectativas que traían creará un rencor contra la  sociedad occidental que dará lugar a un caldo de cultivo perfecto para radicalizar a los musulmanes en general y convertir en yihadistas a los ya radicalizados.
La cuestión laboral es algo que no debe de ser pasada por alto, ya que  un aumento de la oferta lleva aparejada una disminución de los salarios, pero si a esto le sumamos que en esa oferta se incluyen personas que piden un nivel muy inferior de salario al existente la cuestión se agrava aún más.

                                                           



En definitiva que a la hora de afrontar el tema de los “refugiados” no se trata de tener más o menos corazón o más o menos caridad, se trata de disponer de más o menos información y ser capaz de afrontarlos sin apriorismos.

Pero todo esto que ocurre no acontece por casualidad, si Europa lleva décadas siendo objeto de una  verdadera invasión de inmigrantes ilegales procedentes en su mayoría del África subsahariana y de los países musulmanes, y ahora es objeto de esta marea de "refugiados" es por algo. 
En la primera mitad del siglo pasado  se implementó el Plan Kalergi, el cual pretendía acabar con la raza blanca en nuestro continente para de este modo poder someterlo, pues  la raza blanca europea  no se deja conquistar ni dominar tan facilmente. Lo que este plan busca es acabar con la población originariamente europea mediante una invasión-inmigración que iría desplazando a los blancos de nuestro continente o favoreciendo un mestizaje que acabaría con esa resistencia ya que la población resultante carecería de una identidad cultural clara y de una realidad racial resistente.

En el fondo tanto inmigrantes que tratan de llegar a Europa como los europeos que nos vemos obligados a recibirlos somos víctimas de una estrategia que la élite pone en marcha para que se lleve a cabo el plan Kalergi. Los que están en la cúspide del poder en la sombra provocan hambrunas, crean guerras y dan lugar a grupos terroristas que empujarán a cientos de miles de personas hacia Europa para evitar el hambre, el sufrimiento y el terror.


                                                                   

                                                                                                                                                                                                                            




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