Con
la información que se va a aportar en la
presenta entrada se pretende que quede bien claro a los judíos sionistas, a la
población en general y a los cristianos judaizantes( que tanto hablan de que
son nuestros hermanos mayores en la fe o justifican la formación del Estado de
Israel y la consiguiente ocupación de Palestina), que la condición de pueblo
elegido no es aplicable ya al pueblo judío, pues hace miles de años que dejaron
de ostentar tal privilegio divino.
Los
sionistas se sirven de esa supuesta condición de pueblo elegido y de un victimismo
lacrimógeno para de este modo justificar todas y cada una de las
arbitrariedades, acciones terroristas, asesinatos y genocidios que a lo largo y
ancho del planeta y de la historia han realizado y continúan realizando para
someter al resto de la humanidad a condición de esclavos a su servicio.
Los
judíos en general y los sionistas en particular tienen como libro sagrado
principal el Talmud, el cual siguen de
manera fanática, y lo hacen en tanto es el origen y justificación de una
supuesta superioridad de la raza judía a la que el resto de la humanidad ha de
plegarse, pues según el Talmud los goyim, todos aquellos que no pertenecemos al
pueblo de Israel, somos meros
Pero
he ahí que ese Talmud, que dirige sus
pasos y que a su vez justifica la cosmovisión
que les coloca como dueños y señores de la humanidad, no pasa de ser una
interesada manipulación de la palabra de Dios, sobre la que supuestamente se
sostiene el supremacismo que mueve al pueblo judío y muy en particular a lo
sionistas.
El
Talmud, referido normalmente al Talmud de Babilonia, contiene las enseñanzas y
opiniones de miles de rabinos, siendo la base de los códigos de la ley judía.
Pero
el Talmud, es decir esas opiniones y enseñanzas, deriva de su otro libro, la
Tora, que es la base sobre la que se sustenta el primero ya que los códigos de
la ley judía y las opiniones de los rabinos tienen su base en la Torá, que sí
sería Palabra de Dios.
La
Torá la compone el Pentateuco, cinco libros del Antiguo Testamento que los
judíos denominan también los cinco libros de Moisés.
Estos
cinco libros, son los siguientes:
-El
Génesis.
-El
Éxodo.
-El
Levítico.
-Los
Números.
-El
Deuteronomio.
No
se puede discutir que en el Antiguo Testamento
Dios señala al pueblo judío como pueblo elegido.
“Como
elegido por Dios, Israel ha sido llamado a ser un pueblo santo” (Dt 7,6; 14,2).
“tu
eres mi pueblo” ( Os 2,25).
“El
pastoreará a mi pueblo Israel (Mt 2,6 Mi
5,3).
Israel
es llamado por Dios “Mi hijo predilecto” (Ex 4,22,Ji 31,9).
También
es denominado “la primicia de su cosecha” (Jr 2,3).
.
Siendo en esa elección en lo que se
basan los judíos y sionistas para considerarse por encima y al frente del resto
de los pueblos de la humanidad, considerando a todos los goyim, los no judíos,
como seres similares a bestias, que merecemos la muerte y hemos de estar a su
servicio.
“Incluso
el mejor de los (gentiles) merece la muerte”
Talmud de Babilonia.
“(Los
gentiles) están fuera de la protección de la Ley, y Dios ha puesto su dinero a
disposición de Israel”. (Baba Kamma 37 b).
Ahora
bien, lo que también resulta absolutamente incontestable es la presencia en los
textos del Antiguo Testamento, de aspecto que voluntariamente ignoran. Son
textos meridianamente claros en los
cuales Dios dice que el pueblo judío ha
dejado de ser el pueblo elegido que
durante un tiempo fue. Y esta decisión divina fue consecuencia del
desprecio que los judíos tuvieron respecto a las instrucciones y mandatos que
recibieron de Dios.
Y
es que esa predilección, esa elección, llevaba aparejada una exigencia, el
cumplimiento de unas obligaciones con respecto a la voluntad divina. Y cuando
el pueblo elegido se apartó de estas, la Alianza de Dios con el pueblo judío
fue rota.
“Sabrás,
por lo tanto, que sólo el Señor tu Dios es Dios, el Dios fiel que mantiene su
Alianza e inmutable amor a los que Le aman y cumplen Sus mandamientos, hasta
mil generaciones y se venga de los que le odian destruyéndoles, nunca tratéis
con los que Me rechazan, sino
abandonadlos al instante. Por consiguiente, observar fielmente las
instrucciones, las leyes y las reglas que os impongo hoy. (Deuteronomio 7: 6-12).
Debido
a la adoración del becerro de oro, que
no era otra cosa que la figura del demonio Moloc, y al alejamiento de la
voluntad de Dios y de sus planes, Israel
pierde la Alianza que Dios había establecido con su pueblo y deja de ser
el pueblo elegido.
“Así
pues, os digo, el reino de Dios os será arrebatado y dado a una nación que
produzca sus frutos…
Y
cuando los sacerdotes y fariseos oyeron estas parábolas se percataron de que hablaba de ellos. (Mateo 21:43-45).
Dios
a través del profeta Oseas dice: “Los que no eran mi pueblo Yo los llamare “Mi
pueblo”.
“Y
en el lugar en el que se les dijo: no sois mi pueblo, serán llamados hijos del
Dios vivo…”
“¿Entonces
qué? Israel fracasó en obtener lo que buscaba. Los elegidos lo obtuvieron, pero
el resto se endureció”. (Romanos9:1-3, 6-8, 24-26 y Romanos 11: 7-8).
Para
que quede totalmente claro el hecho de que la Alianza con el pueblo judío dejó
de existir nos repetiremos el texto de
Hebreos 8:9:
“No
conforme a la Alianza que yo hice con sus padres, en el día en que los tomé de
mi mano fuera de la tierra de Egipto; porque ellos no continuaron en mi
Alianza, y Yo no les tomé en consideración”.
La
actitud del pueblo de Israel se pervirtió hasta el punto de que el mismo
Jesucristo, Dios hecho hombre, los denomina hijos del diablo.
“Vosotros
sois hijos del Diablo, y así queréis satisfacer los deseos de vuestro padre”.
(Juan 8-44).
“Quién
es de Dios escucha las Palabras de Dios. Por eso vosotros no las escucháis,
porque no sois de Dios” (Juan 47).
Todo
esto se lo dice Jesús a un grupo de judíos que le dicen ser hijos de Abrahán
que siguen a Dios.
Pero
los judíos actuales y los sionistas hacen oídos sordos a estas citas,
entresacan del Antiguo Testamento lo que les conviene obviando la ruptura de la Antigua Alianza y con
ello que Israel dejó de ser el “pueblo
elegido”.
En
lugar de ello se empecinan en negar la divinidad de Jesús, llegando a llamarlo
mago bastardo hijo de una ramera, incluso en la Torá dicen que fue resucitado de entre los muertos
por un mago judío para matarlo de nuevo sumergiéndolo en semen hirviendo.
“Balaam
(término que utilizan para referirse a Jesús) es extraído de entre los muertos y sumergido en semen
hirviendo. Los que se burlan de las palabras de los sabios judíos y pecan
contra Israel son sumergidos en excrementos hirviendo”. ( 57 a Gittin).
Creo
que nadie que tenga conocimiento de todos estos textos puede considerar a los
judíos nuestros hermanos mayores en la fe, ni justificar la ocupación y el
consiguiente genocidio palestino, puesto que los judíos no son el “pueblo
elegido” ni Palestina tierra que les pertenezca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario