Ayer
mismo, la FAO
(Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura) hizo público en Roma un
comunicado en el que señalaba la necesidad de que se generalizase el consumo de insectos
como alternativa al hambre y a la
obesidad, que cada vez son más comunes en nuestro planeta.
Este
comunicado ha sido divulgado de una forma sumamente amplia, al menos
en nuestro país, por lo pintoresco de la referencia a incluir
en nuestra dieta insectos.
Pero tras
la referencia a este aspecto exótico se
esconde, de un modo subliminal, un mensaje
eugenista, que jugando con
estadísticas, que no son otra
cosa que manipulaciones, vienen
a hacer depender el hambre del número de seres humanos
que poblamos la tierra.
Según este
informe, para el año 2030 el número de habitantes sobre la tierra
alcanzaría los 9000 millones, y con esa
cantidad de habitantes la tierra no podría proporcionar suficiente alimento
para tan ingente población.
Refiere que
no sería posible aumentar la cantidad de terreno para la agricultura o
ganadería debido a que se precisaría de una cantidad de agua de la que
ese carece y que en caso de que se hiciese el gas metano que la producción produciría aceleraría el calentamiento global.
Del mismo
modo señala que la alimentación no
podría obtenerse de los océanos ya que
estos están sobreexplotados, esquilmados
Partiendo
de estos datos se infiere que tan solo la reducción de la población mundial, o
poner freno a su crecimiento, podría conjurar la situación que se predice.
Ahora bien,
lo que señala subrepticiamente el
comunicado al hacer depender el hambre
de la población mundial no deja de ser una falacia. Y es que no es tanto el tamaño de la población mundial
cuanto la injusta y descompensada repartición de estos alimentos lo que produce la tierra lo que realmente causa hambre en
zonas de la tierra.
Pero
señalar esto no es conveniente para el despilfarrador “primer mundo” y menos
aún para el emporio financiero-industrial que
se mantiene gracias a tan indigna
utilización de las riquezas que la tierra produce. Pensemos que la actual población del planeta:7.116.000.000 habitantes, podrían
ocupar exclusivamente Australia, disponiendo
cada uno de ellos de un kilómetro cuadrado de tierras.
Si la distribución de los productos alimenticios
que se producen en nuestro planeta fuese mínimamente equitativa la ausencia del alimento necesario no sería
tal.
Ahora bien,
el mundo superdesarrollado vería algo
disminuido su despilfarradora forma de
vida y los grandes emporios comerciales
y financieros no podrían seguir con sus gigantescos y vergonzosos beneficios.
Ahí se
encuentra precisamente el quid de la cuestión, en que el poder económico no acepta eso y prefiere
la alternativa de reducir
drásticamente la población mundial a
través de hambrunas, guerras, vacunas con mercurio, generalización de semillas transgénicas y guerras locales.
Como se
sabe, una de las prioridades que se han marcado los dueños del mundo, esos que
pretenden instaurar un Nuevo Orden Mundial es la de reducir de modo drástico,
en más de 5000 millones, la población
mundial. Y para ello qué mejor que convencer a la población de que
el número de habitantes del
planeta resultan excesivos y por causa
de ello se produce el hambre y aumenta el calentamiento global, etc. Pero por
supuesto evitan muy mucho hablar de las desigualdades en la repartición de los
alimentos y en la manipulación que realizan las empresas y las potencias.
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