La grave crisis económica por la que atraviesa nuestro país, y la necesidad de reducir gastos para poder afrontarla, ha hecho que tanto la casta política de ambos partidos como los creadores de opinión hayan puesto sus ojos, a buenas horas mangas verdes, en el sistema autonómico que la Constitución del 78 instituyó.
A mi modo de ver, el problema, que es serio, surge del hecho de considerar la problemática autonómica exclusivamente de un modo economicista, pues con ser esta faceta sumamente seria no es ni mucho la más importante.
El despilfarro y chorreo de dinero que la organización autonómica produce es una realidad que nadie puede poner en duda:
-Duplicación de funciones en una gran cantidad de funciones administrativas.
-17 gobiernos con sus respectivos presidentes y consejeros amén de funcionarios de ellos dependientes.
-Funcionarios para todo tipo de funciones, muchas veces inútiles, tan sólo al servicio del amiguismo y la corrupción.
-Televisiones autonómicas.
-Policías autónomas independientes.
-“embajadas” en el exterior y ante otras Comunidades autónomas.
-Y un largo etcétera que todos tenemos en mente.
El despilfarro pues es resulta innegable, de hecho si el Estado central reasumiese algunas de las funciones que han sido transferidas y que ahora tienen los gobiernos autónomos la crisis podría ser superada sin recurrir a aumentar los impuestos o a precarizar contratos o entrar en la denominada reforma laboral, eufemismo que esconde la idea de precarizar las condiciones laborales de los trabajadores.
Todo esto es muy cierto, las autonomías son una rémora para nuestra economía, y en estos momentos lo son aún más.
Pero lo triste es que la clase dirigente y los periodistas parece que se paran en esta realidad olvidando que la más grave problemática que el sistema autonómico está no en los problemas económicos que causa cuanto en el grave riesgo que causa a la Unidad de España.
Y es que estamos ante un sistema que promueva y da alas al secesionismo, habiendo creado actitudes nacionalistas y antiespañolas en zonas de nuestro país que siempre han destacado por un arraigado amor a España.
Las autonomías, con sus transferencias de funciones han conseguido que dos generaciones vascas y catalanas se hallan desarrollado recibiendo una educación antiespañola y un rechazo a nuestra patria ya que se le ha vendido una falsa historia en la cual España aparece como potencia ocupante de una nación que nunca ha existido.
España está en muy serio riesgo de ruptura, y esto parece que no quiere ser visto por ninguno de los grupos políticos profesionales que nos ¿gobiernan? Alternativamente.
Y ninguno de los dos partidos puede arrogarse la defensa de la Unidad Nacional , ya que tanto unos como otros (unos apoyaron el Estatuto Catalán mientras otros hacían lo mismo con el Valenciano)
ambos han recurrido a los nacionalistas del PNV o de C y U siempre que los han necesitado para conseguir el gobierno o la aprobación de sus presupuestos.
La economía y el poder siempre lo han puesto por encima de la Unidad Nacional.
El sistema autonómico ha de ser sustituido por una descentralización exclusivamente administrativa, que no política, y por un reforzamiento del papel de los Municipios y de las Diputaciones.
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