A ti, fiel camarada, que padeces
El cerco del olvido atormentado,
a ti, que gimes sin oír al lado
aquella voz segura de otras veces:
Te envío mi dolor.
Si desfalleces
del acoso de todos y cansado,
tu afán ves como un verso malogrado:
bebamos todos en las mismas heces,
en las mismas heces.
En tu propio solar quedaste fuera,
Del orbe de tus sueños hacen criba.
Pero allí donde estés cree y espera
pero allí donde estés cree y espera.
El cielo es limpio y en sus bordes liba
Claros vinos del alba primavera.
A ti, fiel camarada que padeces
el cerco del olvido atormentado:
el cielo es limpio, el cielo es limpio,
pon arriba tus ojos, siempre arriba.
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