El sistema monetario en el cual nos encontramos inmersos es en realidad una trampa que el eje franco-alemán tiende al resto de economías europeas, especialmente a las mediterráneas. Y no se trata de una broma, es en realidad un modo muy efectivo de controlar las economías de los países sureños para de esa forma deshacerse de cualquier tipo de competidor económico y poder de la misma forma convertir en verdaderos protectorados a naciones que poco a poco irán cayendo bajo el control absoluto de la antes citada alianza que forman Francia y Alemania.
En primer lugar es preciso señalar que no tiene sentido alguno que economías muy diferentes, con políticas fiscales distintas, niveles de vida que varían bastante y con problemáticas que a su vez difieren sustancialmente tengan una moneda común.
Y es que tener una moneda común lleva aparejada una dirección económica similar.
Pero ocurre que las prioridades para unos pueden no ser las mismas que para otros, es más puede que lo que sea positivo aplicar para unas economías y sus problemáticas resulte sumamente negativo para otras.
Mientras que la problemática que más importancia tiene para la economía de Francia y Alemania es la referida a la deuda, para países como el nuestro es el del desempleo. Y ocurre que las medidas que se toman para combatir el crecimiento de la deuda y aquellas otras que han de aplicarse para frenar el crecimiento y rebajar el desempleo son no sólo diferentes si no que resultan incluso incompatibles.
Pero el BCE (Banco Central Europeo), que es el que marca las directrices económicas de los países que forman parte de la “eurozona” está de hecho dominado por las economías más potentes de la zona euro, Francia y Alemania siendo así que este Banco de la moneda común va a marcar una serie de normas que pueden resultar, como de hecho ocurre, muy perjudiciales para la verdadera problemática de algunas naciones.
No hay que ser un lince para darse cuenta como las “indicaciones” que da el BCE, junto a las calificaciones de las agencias de riesgo están poniendo contra las cuerdas a casi todos, por no decir todos, los países comunitarios del sur de Europa más Irlanda.
Una información que se hizo pública hace dos días pone de relieve hasta que punto todo lo apuntado anteriormente resulta verdaderamente una villanía, un juego sucio para lograr el poder económico y derivado de él, el poder político.
Me refiero a la información sobre el inmenso gasto militar que en el último año había realizado Grecia, a pesar de su gravísima situación económica.
El Estado heleno compró submarinos a Alemania y Fragatas a Francia por valor de 6000 millones de dólares, según autoridades griegas esta compra era parte de un acuerdo secreto para que el BCE “rescatase” económicamente a Grecia. Alemania y Francia fueron los países que desarrollaron una mayor actividad para que Grecia controlase su gasto y controlase su inmensa deuda.
No hay que olvidar que la situación económica se mide tanto por las primas de riesgo como por las calificaciones que realizan las agencias de riesgo.
Y tampoco hay que pasar por alto que se lleva produciendo desde hace años una inflación que encubren los estados, inflación que aumenta la diferencia económica entre países y entre grupos económicos dentro de un mismo país, puesto que de hecho el aumento de los sueldos varía en función del IPC ( Índice de Precios al Consumo), y si los precios aumentan pero tal aumento no es reconocido por los estados, los sueldos perderán de modo continuado poder adquisitivo.
El haber tomado el euro como moneda prescindiendo de la moneda nacional, la peseta, nos ha hecho dependientes de cualquier decisión exterior a nuestros verdaderos intereses, ha recortado, por no decir cercenado, nuestro margen de maniobra para llevar una política nacional independiente y autónoma, nos ha convertido en títeres de los intereses franco-alemanes.
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