“La Monarquía española había sido el instrumento histórico de ejecución de uno de los más grandes sentidos universales. Había fundado y sostenido un Imperio y lo había fundado y sostenido cabalmente, por lo que constituía su fundamental virtud; por representar la unidad de mando. Sin la unidad de mando no se va a parte alguna. Pero la monarquía dejó de ser unidad de mando hacía bastante tiempo”. Jose Antoio.
Es así que para que la Monarquía pueda ser aceptada por un falangista esta ha de tener unidad de mando y ha de estar al servicio del destino imperial de España y de su unidad. Pero “la Monarquía está gloriosamente fenecida” puesto que hace ya cientos de años que el monarca ha pasado a ser un mero pelele al socaire de los mandatos de aquellos que han llegado al poder por medio de la democracia parlamentaria.
Hay que tener en cuenta que lo que define la Monarquía no es la forma en que el monarca accede al trono, unos han sido nombrados caudillos militares por aclamación de sus ejércitos, otros han recibido de sus padres el trono como herencia y otros incluso han sido impuestos por aquellos que tomaron el poder mediante algún golpe palaciego. Lo que define la Monarquía tampoco se encuentra en utilizar la simbología de la corona y el cetro, lo que la define es la unidad de mando. Pues bien, según esto resulta absolutamente incompatible la Monarquía y el parlamentarismo.
De todo esto es sencillo colegir que el actual régimen que padece España es una verdadera patraña, ya que de Monarquía no tiene sino el nombre y el tratamiento que recibe la familia real, “el rey reina (¿?) pero no gobierna”, nos encontramos realmente ante lo que sería una república coronada, con el inconveniente respecto a una república de que se están dilapidando miles de euros que podrían servir para mejorar el bienestar de los españoles.
Por otro lado nos encontramos con el hecho de que el rey no es sino una marioneta que ha de moverse, si quiere continuar con los privilegios que la Constitución actual le concede, al ritmo que le marque el parlamento, firmando medidas aunque estas vayan en contra de la unidad de la Patria o de las verdades espirituales.
Monarquía si, siempre y cuando sirva al proyecto de la Patria contando con la unidad de mando puesta al servicio de su destino universal. En caso contrario no ha de existir, porque para mantener una institución que sólo sirve para que unos cuantos, en función de su origen y no de sus méritos, vivan a cuerpo de rey (nunca mejor dicho) es preferible que desaparezca y ese dinero sirva para que los españoles dispongan de una mejor vida y que España desde el servicio de un mando unitario siga el camino de su destino.
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