Cuando en el siglo XIX Nietzche se refirió al cristianismo como una religión de esclavos se equivocaba, confundía la búsqueda de la Paz con la debilidad y el sometimiento.
El cristianismo es la religión del Amor, Amor que busca la Paz pero Paz que lleva implícita la Justicia.
Es así que desde el cristianismo se busca que las personas sean pacíficas pero no puede aceptar un pacifismo entendido como una renuncia absoluta del recurso a la violencia o a la guerra cuando lo que se busca es defender la Justicia: en ella se incluye la defensa de la propia integridad, física o moral, y los derechos de Dios sobre la tierra cuando estos son atacados de manera violenta.
Desgraciadamente Europa, originariamente cristiana, tras varios siglos de liberalismo ha caído en una relativización de todo al perder de vista las realidades espirituales e invertir el orden natural de las cosas. Y es que al dar primacía a lo material como algo objetivo y desechar todo aquello perteneciente al orden sobrenatural, considerándolo de índole subjetivo y por tanto relativo, no hace otra cosa que convertirse en ciegos respecto a la realidad y en esclavos que aceptan sin más el sometimiento y los ataques de quienes quieren acabar con el cristianismo y cualquier forma de reinado de Jesucristo en la sociedad humana.
El problema es que nadie puede defender aquello en lo que no cree ni por tanto identificar los posibles peligros que le acechan.
Si todo esto lo aplicamos al momento actual nos encontramos con que Europa , la antigua Cristiandad, está siendo atacada desde dentro por las ideologías materialistas, relativistas y ateas que se han generalizado entre los europeos y que dominan la totalidad de los estados .
Pero por otro lado nos encontramos con el peligro exterior, peligro que no es otro que el expansionismo islámico, este peligro no es algo nuevo en la historia, lo único que varia es que quizá sea el primer momento en que la antaño cristiana Europa no es consciente del peligro, y por tanto no está en guardia para defenderse.
En nombre del respeto a las culturas y buscando una paz universal se pasan por alto la historia y las realidades para, haciendo como el avestruz piensa que al no mirar los peligros estos dejan de existir.
Hacer referencia a este peligro exterior no resulta políticamente correcto. La única manera aceptada de afrontarlo es desde el buenismo rayano en la cobardía de la Alianza de Civilizaciónes y desde la defensa de una interculturalidad fracasada en toda Europa.
Desgraciadamente el buenismo intercultural de Occidente no hace otra cosa que dar alas al desarrollo en nuestro propio suelo al islamismo radical.
La única solución es por un lado el rearme moral y el abrazo de la realidad cristiana, y por otro el establecimiento de una normativa legal firme para combatir el islamismo en nuestros países y el radical más concretamente.
El planteamiento del islamismo mide los tiempos de un modo muy distinto al de los occidentales ya que el islamismo es finalista, no preocupándose tanto de la rapidez a la hora de lograr el fin de crear un emirato musulmán universal cuanto en que este sea impuesto. Nosotros por el contrario vemos las cosas a muy corto plazo, por eso en Occidente se permiten los pequeños pasos que los islamistas van dando.
Aunque los pasos no son tan pequeños: El emir de Qatar ha solicitado construir la mayor mezquita de Europa en los terrenos que ahora ocupa la plaza de toros de la Ciudad Condal, ya veremos cual es el resultado final de este nuevo paso.
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