Resulta muy llamativo, amen de contradictorio, que en una época en la que desde las corrientes políticas “progresistas” y desde el dogmatismo de lo políticamente correcto se patrocina el comportamiento “vital” sin restricción moral alguna y se lucha contra la muerte de especies amenazadas, se trata de proteger la vida de las ballenas y de las focas, o se lucha contra la fiesta de los toros para proteger al animal del sufrimiento y la muerte, la postura con respecto al asesinato de los no nacidos sea considerar el asesinato de estos indefensos seres humanos como un derecho de la madre.
La realidad saldrá a la luz en no demasiado tiempo, y entonces la historia presentará este periodo histórico que padecemos como el que fue testigo del mayor de los genocidios acontecidos a lo largo de la humanidad, un tiempo en el que la crueldad salpicó de sangre y oprobio a todos los que por acción u omisión estamos llevando a la muerte a esos niños.
La cultura de la muerte no se ha extendido como muchos dicen, lo que se ha extendido es la cultura de la falta de coherencia y del no actuar respecto a lo que se cree.
Yo me pregunto, que dirían los poderes judiciales o la Iglesia si a la puerta de nuestras ciudades funcionasen campos de exterminio en los cuales se asesinasen diariamente a cientos o miles de seres humanos. Pues los que realizasen tales crímenes serían perseguidos para ser encarcelados, y los que luchasen, aún de forma violenta, para frenar ese exterminio se verían justificados cuando no aplaudidos.
Pero en esta época de buenismo empalagoso, la situación es la contraria, los malos son los que tratan de impedir los asesinatos y dentro de la legalidad están los matarifes.
Ya se sabe que cuando tiunfan los malos es por la inacción de los buenos. Pero difícilmente estos van a actuar pues su acción, mejor dicho inacción, pone de manifiesto que realmente no creen lo que afirman. Porque si realmente se considerasen las clínicas abortistas como centros de asesinatos, y a los doctores que practican tan tremendos crímenes como asesinos la reacción sería muy distinta a la de la actual inacción o sería diametralmente distinto el juicio moral de la Iglesia ante cualquier acción más o menos expeditiva.
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