jueves, 15 de septiembre de 2011

La cultura de la incoherencia

Resulta muy llamativo, amen de contradictorio, que en una época en la que desde  las corrientes políticas “progresistas” y desde el dogmatismo  de lo políticamente correcto se  patrocina  el comportamiento “vital” sin restricción moral alguna y se  lucha contra la muerte de especies amenazadas, se trata de proteger la vida de las ballenas y de las focas, o se lucha contra la fiesta de los toros para proteger al  animal del sufrimiento y la muerte, la postura  con respecto al asesinato de los no nacidos  sea  considerar el asesinato de estos indefensos seres humanos  como un derecho de la madre.
La realidad saldrá a la luz en no demasiado tiempo, y entonces la historia  presentará este periodo histórico que padecemos como   el que fue testigo del mayor  de los genocidios acontecidos a lo largo de la humanidad, un tiempo en el que la crueldad  salpicó de sangre y oprobio   a todos los que por acción u omisión  estamos llevando a la muerte a esos niños.
La cultura de la muerte  no se ha extendido como muchos dicen, lo que se ha extendido es la cultura de la falta de coherencia y del no actuar  respecto a lo que se cree.
Yo me pregunto, que dirían los poderes judiciales o la Iglesia si  a la puerta de nuestras ciudades funcionasen campos de exterminio en los cuales se asesinasen diariamente a cientos o miles de seres humanos. Pues  los que realizasen tales crímenes  serían perseguidos para ser encarcelados, y los que luchasen, aún de forma violenta, para frenar  ese exterminio se verían  justificados cuando no aplaudidos.
Pero  en esta época de buenismo  empalagoso,  la situación es la contraria, los malos son los que tratan de impedir los asesinatos y dentro de la legalidad están los matarifes.
Ya se sabe que cuando tiunfan los malos es por la inacción de los buenos. Pero difícilmente estos   van a actuar pues su acción, mejor dicho inacción, pone de manifiesto que realmente no creen lo que  afirman. Porque si realmente se considerasen las clínicas abortistas como centros de asesinatos, y a los doctores que practican tan tremendos crímenes como asesinos la reacción sería muy distinta a la de la actual inacción  o  sería diametralmente  distinto el juicio moral de la Iglesia ante cualquier  acción  más o menos expeditiva.


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