jueves, 22 de septiembre de 2011

Al final no la visitó.

Si no era suficiente la persecución descarada que el gobierno socialista ha llevado y lleva a cabo contra  la basílica del Valle de los Caídos y el griterío anticatólico de los de siempre,nos encontramos ahora con que  el Santo Padre Benedicto XVI no ha visitado finalmente, aunque era su intención, la basílica . El cardenal Rouco se ha negado de manera categórica a que el Pontífice realizase esa visita e incluso  ha impedido que la escolanía del Valle  cantase en algún acto de la JMJ. Para justificar semejante actitud  se han  aducido razones de oportunidad política.
¿Pero como es posible que  se quiera transigir en nada con un gobierno que ha perseguido a los católicos en el Valle impidiéndoles asistir a la Santa Misa dentro de la Basílica, con un gobierno que ha legalizado el aborto considerándolo un derecho, que planea legalizar la eutanasia,  que ha dado carta de naturaleza legal al "matrimonio" entre personas del mismo sexo, con un gobierno que  utiliza la televisión pública para hacer mofa del cristianismo y de los cristianos, y un largo etcétera de ofensas?
La Iglesia católica, una sustancial  parte de su jerarquía, ha mostrado apoyo a la comunidad benedictina de aquella basílica: Basta con señalar las visitas del obispo de Ávila  o las dos visitas  realizada recientemente por el nuncio.
Pero la cobardía que se disfraza bajo un manto de  prudencia, lleva a que una parte de los fieles católicos se sientan  abandonados  por  sus pastores, y lo que es peor si cabe,que la población toda se encuentre a merced de los mensajes anticatólicos a causa de que los  pastores no cumplen con su obligación de adoctrinar  en la verdadera fe y de iluminar  el camino por el que ha de transitar tanto católico que se siente huérfano  de una Luz clara que marque el camino en en este momento histórico.
La Iglesia en España no podrá salir del tremendo bache que atraviesa   desde hace más de treinta años  si no se afirma completamente en los derechos divinos, si no habla de su  destino,  de una catolicidad que proponga el reinado social de Cristo. Continuar por la vía de la componenda y  del  buscar no  enfrentarse nunca con el poder lleva a la derrota de la Iglesia.

                                                                             

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