La actual crisis que padece todo Occidente, pero que especialmente afecta a Europa, no es la crisis del capitalismo como algunos pretenden que creamos. Nos encontramos con un arma más de ese capitalismo movido por las más altas finanzas internacionales que no dejan de ser otro brazo del poder con mayúsculas. El verdadero y más profundo interés de esta crisis, que ha sido creada y mantenida artificialmente desde un principio, es acabar con lo poco que a los estados-nación aún les resta de su soberanía.
En Europa esto resulta tan claro que tan sólo la tiranía de lo políticamente correcto sobre los medios de divulgación, entre los dirigentes políticos, etc puede explicar silencios tan clamorosos y análisis tan falaces.
la entrada en la Unión Europea, para lo cual países como España hubieron de deshacerse de una parte fundamental de su potencia económica siguiendo las pautas que la CEE le exigía y cediendo con ello parte de su soberanía al verse en la obligación de adoptar medidas que les venían impuestas si nuestro país pretendía ingresar en el club económico europeo, antigua CEE actual UE. Esas fueron las primeras cesiones de soberanía.
El segundo paso en esta pérdida de soberanía aparece con el ingreso en el área del Euro. Con este paso las naciones pierden de hecho y de modo completo la soberanía sobre su economía ya que renuncian a la posibilidad que hasta entonces tenían de tomar medidas sobre los problemas económicos como a poder adoptar la devaluación de su moneda de modo autónomo, etc.
Lo que resulta fundamental para que la soberanía de los países mediterráneos desaparezca en pos de un dominio del eje franco-alemán, es la creación de unas condiciones que lleven a los países ribereños del Mediterráneo terminen por depender económicamente de un modo tan absoluto que se vean avocados a la intervención de París y Berlín aceptando como contrapartida cualquier orden que de ellos provenga de la UE, es decir se convierten en colonias.
Para lograr que se llegue a esta situación de absoluta subordinación los primeros pasos se han dado ya con las medidas de entrada a la CEE y UE, y la posterior pertenencia a la zona Euro. Pero se hace preciso el desarrollo de unos nuevos pasos que terminen por dar el último empujón que haga caer la soberanía de los estados-nación mediterráneos.
Pues bien, la puesta en marcha de esa puntilla la encontramos en el desarrollo de la crisis económica, crisis que permitirá que se pongan en funcionamiento medidas que de otro modo serían muy difíciles de desarrollar, medidas en fin que permitirán arrasar con la soberanía de las naciones víctima.
La intervención de la UE y del BCE pasará a considerarse absolutamente precisa cuando la situación económica del país sea tal que no le permita hacer frente a sus pagos o deudas.
Lo triste es que esa situación que empuja a las intervenciones, en la actualidad puede y suele ser creada de forma interesada, especialmente al conseguir que las agencias de calificación de riesgo reputen al Estado en cuestión como poco fiable a la hora de hacer frente a sus deudas. De este modo resultaría sumamente difícil al Estado calificado negativamente poder vender sus bonos nacionales si no es elevando mucho el interés de dichos bonos. Esta elevación del interés daría lugar a que la situación de la economía de ese Estado entrase en una cada vez más complicada situación, a la par que movería a una intervención del BCE comprando esos bonos para “ayudar” a la economía de ese país. Ahora bien tal ayuda será todo menos desinteresada, de hecho esta compra llevará aparejada una serie de exigencias que afectarán a la soberanía del Estado al de hecho obligarle a llevar a cabo una política económica y/o social que le vendría impuesta.
Todo este razonamiento hay que aplicarlo a los denominados “rescates”, igual pero a un nivel aún mayor.
En el rescate a Grecia la pérdida de soberanía ha sido tal que se le ha impuesto una política social muy restrictiva y se le ha exigido unas compensaciones económicas ulteriores de tal magnitud que han llevado al país heleno a plantearse la venta de alguna isla de su soberanía o deshacerse de nada menos que del Partenon.
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