Ayer fue inaugurado
por el “papa” Francisco en la Plaza de San Pedro del Vaticano un gran conjunto escultórico.
Según fuentes vaticanas esa escultura grupal quiere representar a los
inmigrantes, migrantes como dicen ahora, y refugiados de todas las épocas,
religiones y razas.
Todas ellas
van montadas sobre una barca que parece hacer referencia a los que atraviesan
el Mediterráneo con la finalidad de alcanzar de manera ilegal las costas de
Europa.
Aunque
supuestamente en la escultura se hace referencia a todos los inmigrantes y
refugiados que han pasado por ese trance a lo largo de la historia, lo único
cierto es que tanto en la zona frontal en que aparece un personaje judío, claramente identificable por los tirabuzones y por el tipo de sombrero que
lleva dos maletas, al contrario que todos los otros que o bien llevan una o no
portan ninguna. También llama poderosamente la atención que no aparece referencia explícita ni implícita a ningún otro grupo religioso
concreto.
Hay que destacar también que, en las primeras filas del grupo escultórico,
así como en ambos lados del mismo aparecen casi exclusivamente inmigrantes con
vestimentas, gorros y maletas que claramente se pueden identificar con los años
treinta del siglo pasado, que vendrían a significar a los judíos que habrían
escapado de Alemania. Contrariamente a la explícita muestra del personaje
central situado al frente de la barca como perteneciente a la religión judía no
se pone de manifiesto a los cristianos de ninguna forma explícita, la cruz
brilla por su ausencia.
En la
segunda y en las últimas filas aparecen figuras con rasgos claramente negroides
y casi al final aparecen otras con vestimentas y sobre todo gorros o sombreros del siglo XVI o
XVII, con lo que los podemos relacionar con los judíos sefarditas expulsados de
España y del resto de los reinos europeos
en esos siglos o a los protestantes y luteranos expulsados en su lucha
contra los defensores del catolicismo en
esas tierras centroeuropeas.
En la parte
posterior del conjunto aparecen un par de alas a modo de ángeles que vendrían a
dar un marchamo cuasi divino a la representación de los emigrantes.
Repito que
se marca un exagerado acento en los judíos, llamando la atención la ausencia de
toda referencia explícita a los inmigrantes cristianos que durante la historia se
han visto obligados a emigrar, sobre todo siendo un monumento situado en el
centro de la catolicidad.
Para
finalizar señalaré que con la inauguración de este monumento el Vaticano, y más
concretamente el “papa” Francisco marca postura sobre un asunto sujeto a una
seria y fuerte discusión, una discusión en la que el pontífice pasa por alto
toda una serie de cuestiones que pueden
afectar , y de hecho lo hacen, a la continuidad de la identidad cristiana de
Europa y a la seguridad de la población europea.
Cada cual
que saque la conclusión que considere oportuna respecto a la colocación en la plaza
de la capital del catolicismo se una escultura que no tiene nada de cristiana
pues no hace referencia a los cristianos, aunque si a los judíos.